El tráfico no le impidió llegar a su hogar en menos de media hora.
No era que aquel enorme departamento pulcramente decorado fuera en verdad su hogar. Era simplemente uno de los tantos lugares en donde se aislaba durante días indefinidos, simplemente porque no le gustaba estar en el mismo sitio durante un tiempo prolongado, y porque con un trabajo con el suyo era conveniente no poder ser encontrado tan fácilmente. Las rutinas te hacen vulnerable, eso lo había comprendido durante los años de desempeñarse entre las peores personas de su país.
Se adentró en su departamento y dejó las llaves en el recibidor, llevando consigo su arma y un maletín, hasta llegar a su habitación.
SeungCheol arrojó una de sus piezas de trabajo favoritas sobre su cama antes de deslizar el abrigo de sus hombros. Había sido un día frío, pero era agradable salir con esa clase de clima. Al menos los cadáveres no se pudrían tan pronto, y era menos terrible para los policías de sentimientos débiles encontrar los restos que dejaba a su paso.
Su pulcra camisa blanca no tenía una sola gota de sangre encima, como era de esperarse, y con una sonrisa orgullosa en los labios abrió el maletín, que contenía el resto de su paga.
Era así como se ganaba la vida, terminando con la existencia de otras personas. No le importaba a qué se dedicaran estas o sus historias personales, si alguien podía pagar lo suficiente por la cabeza de un humano entonces él se encargaba del trabajo sucio. No le gustaban las organizaciones ni vivir bajo el mando de alguien, así que hacía las cosas por su cuenta, pero claro que la mayoría de sus ingresos provenían de aquellos que manejaban grandes negocios de droga o prostitución. Aunque los ciudadanos "normales" tampoco estaban exentos de querer eliminar a una que otra persona inoportuna que se atravesaba en sus caminos. Lo había visto todo, esposos que invertían sus ganancias en dejar fuera del juego a sus parejas, hermanos que prefieren el dinero de una herencia antes que la vida de sus iguales; no había causa pequeña cuando se trataba de la felicidad propia, y era así como ese azabache había obtenido una fortuna, valiéndose de esa parte salvaje que todavía vivía dentro de cada una de las personas que habitaban el mundo. Sólo era que algunos tenían menos miedo de dejarla aflorar que otros.
Dejó el dinero en una pequeña caja fuerte, porque la cantidad que ahí abandonaba era mínima comparada con lo que ocultaba en otros tantos sitios de la ciudad.
Y mientras se dirigía a su vestidor para cambiarse el traje por algo más cómodo para permanecer en casa, un destello llamó su atención, haciendo que se detuviera en su camino. Aquel brillo provenía del reflejo que brindaba el enorme ventanal de su habitación.
Una luz, roja como la sangre, brotaba de su pecho.
Su respiración se cortó durante un momento, mientras observaba ese brillo carmín imposible de ignorar. Sintió su corazón detenerse para volver a latir, esta vez acelerado como un demonio. Eso tenía que ser un error.
Corrió entonces al cuarto de baño, donde no se molestó en encender la luz. Era un sitio lo suficientemente oscuro como para ayudarle a averiguar qué demonios era lo que estaba ocurriendo. Pero ni siquiera era necesario encender las lámparas de esa parte de la casa para darse cuenta de que estaba completamente perdido. Ese brillo iluminaba la habitación de una forma inverosímil; era fuerte, demasiado quizá. El espejo del tocador le mostraba perfectamente su nuevo aspecto, uno que creyó que no podría obtener nunca, y el sólo observar esa imagen le hacía sentir enfermo.
Golpeó aquel cristal con su zurda tan fuerte como pudo, mientras una ola de dolor subía por su brazo.
La sangre había dejado gruesas gotas sobre el tocador de mármol, en el que los trozos de espejo llovían como gotas afiladas, al tiempo que el cristal le devolvía a SeungCheol una deformada imagen de sí mismo, en la que se distinguía una brillante luz sobre su pecho.

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Red lights
FanfictionDonde una luz se enciende en las personas al encontrar a su destinado. En un mundo donde la sociedad está en crisis debido a las almas gemelas, un estudiante de medicina enciende La Luz en la persona menos esperada.