Capítulo 22

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SeungCheol abrió los ojos poco a poco, obligándose a mover su zurda para buscar a JiHoon.

Se había quedado dormido en la cama del menor mientras le hacía compañía aquella noche. Ambos estaban cansados luego de que el azabache propusiera que visitaran uno de los museos más importantes de la ciudad, que se encontraba a una hora de su actual ubicación.

Había sido un día divertido, y una especie de pequeña celebración para el cumpleaños de JiHoon, incluso si habían pasado ya algunos días. En realidad, fue la primera vez que SeungCheol pensó en romper directamente las reglas que tenía sobre no abandonar los lugares seguros que conocían ya. Creía que debían poder disfrutar de la ocasión apropiadamente, dejando un poco de lado el temor con que vivían a cada día. Y no se arrepentía de ello en absoluto, haber visto las sonrisas de su destinado, lo bien que lucía entre los jardines cubiertos de nieve, todo había valido completamente la pena, incluso haber vuelto a casa exhaustos luego del viaje y lo mucho que habían recorrido.

El menor había ido directamente a la cama en cuanto llegaron al departamento, y había llevado a SeungCheol consigo.

Desde la primera noche que durmieron juntos no había pasado ocasión en que no compartieran el lecho. Sin embargo, no siempre lo hacían desde un inicio. En ocasiones, JiHoon iba sólo a su habitación y SeungCheol se unía a él sólo después de terminar las cosas que tuviera pendientes o de percibir que su alma gemela tenía sueños desagradables de nuevo, o simplemente, el castañito se armaba de valor y le pedía a su improvisado guardaespaldas que le acompañara hasta que se quedara dormido, lo que terminaba con el moreno quedándose a su lado por el resto de la noche. Esa era sólo la sutil manera que Lee JiHoon tenía de pedir a su destinado que no le abandonara. Era difícil encontrar palabras que no delataran lo bien que se sentía dormir junto a ese hombre, así que sólo utilizaba lo que ya conocía: la determinación que ese pelinegro tenía de protegerle a toda costa.

Esa noche se suponía que SeungCheol solamente esperaría a que el más bajo durmiera, porque todavía tenía que preguntar a Mingyu cómo se encontraba todo el Corea y respecto a su peculiar relación con Wonwoo; pero había caído rendido quizá incluso más rápido que el propio JiHoon.

SeungCheol se había quedado dormido mientras su zurda se entrelazaba con la de JiHoon, sosteniendo ésta cerca de sus labios, porque amaba besar esos pequeños y delgados dígitos, ya que era el contacto más cercano que habían mantenido luego de ese primer y último beso.

Siempre que podía, besaba alguna pequeña porción del cuerpo de ese joven. Ya fuera que sus labios reposaran sobre los cabellos castaños de JiHoon o su frente, hacerle saber que lo quería y que estaría siempre para él era lo primordial para SeungCheol.

El azabache salió de la cama y caminó a través del pasillo, pues la luz le indicaba que JiHoon se encontraba en la primera planta, y sólo quería asegurarse de que se encontrara bien. Al parecer las pesadillas habían disminuido considerablemente, pero él bien sabía que los malos momentos podían regresar en cualquier instante, y que un tortuoso sueño podía ser mucho más debastador cuando se creían libres de ellos.

Bostezó y despeinó un poco sus cabellos mientras caminaba, pasando de largo su propia habitación y bajando las escaleras. Escuchó algunos sonidos en la cocina, y no le sorprendió ver al más bajo ahí.

JiHoon sostenía un empaque entre sus manos y leía atentamente el reverso de este. No había encendido la luz de la cocina, simplemente permitía que ésta fuera iluminada por la luz del recibidor y la que provenía de la nevera, que todavía mantenía abierta. SeungCheol observó el reloj, y pudo constatar que apenas pasaban algunos minutos de la media noche, por lo que le parecía extraño que su chico estuviera ahí en vez de continuar durmiendo.

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