—Detesto a este bastardo, SeungCheol. Si no fuera porque Wonwoo necesita de él para vivir, te aseguro que ya lo habría asesinado desde hace semanas —se quejó Mingyu, quien sonaba verdaderamente enfadado, algo que no ocurría con frecuencia. Pero el azabache sabía que en esos casos era mejor dejar a su amigo despotricar todo lo que quisiera. Mingyu podía ser la persona más alegre que conocía, pero su enojo, si bien era algo pasajero, no era ningún juego-. Es un maldito idiota.
Un suspiro abandonó los labios de SeungCheol, quien se encontraba fumando en su cama mientras esperaba a que el menor se calmara, lo que realmente no tardó mucho en suceder. Su mejor amigo no era alguien que pudiera permanecer molesto durante mucho tiempo.
Al parecer, ese chico del que Mingyu se había enamorado realmente tenía problemas con los qué lidiar. Era apenas un año menor que SeungCheol, y sin embargo llevaba ya un matrimonio complicado que le obligaba a tener una vida solitaria y del cual no podría escapar, pues los inhibidores no podrían salvarlo de la muerte si se alejaba de su destinado. Así que todo lo que Mingyu podía hacer era robarse a ese joven sólo durante unas cuantas horas al día, aprovechando los descuidos y esporádicos abandonos de quien era su marido, sólo para intentar hacer los tristes días de Wonwoo mucho más llevaderos, sanando sus heridas y recordándole que no estaba tan solo como pensaba.
—¿Nunca has sentido que las cosas serían más fáciles si nunca te hubieras metido en cierta situación? Pero, de alguna forma, tampoco te arrepientes de haberla vivido —preguntó Mingyu, quien sonaba frustrado ante lo que tenía que atravesar.
—Cada maldito día desde hace un mes y medio, Mingyu —le recordó SeungCheol, una ligera sonrisa curvando sus labios.
El menor rio, recordando que su compañero tampoco se encontraba frente a días mucho más sencillos estando en otro país con un chico al que en un inicio detestaba, y que había cambiado su manera de percibir el mundo poco a poco, sin que el azabache hubiera sido capaz de notarlo, hasta que se encontraba lo suficientemente perdido como para dar marcha atrás.
—¿Y cómo va tu situación con el chico Lee?
SeungCheol se descubrió a sí mismo mirando a la noche con añoranza, mientras todos los recuerdos que compartía con JiHoon, desde que su convivencia se había vuelto mucho más cercana, se acumulaban en su mente.
—Todo va bastante bien —respondió SeungCheol, dando una calada a su cigarrillo.
—Cheol... —comenzó Mingyu, pero fue inmediatamente interrumpido.
—No tienes que recordármelo, Mingyu —negó rotundamente el mayor, obligándose a volver a la realidad.
Sabía que su amigo solamente quería evitarle un dolor innecesario en el futuro, que no quería que pudiera permitirse olvidar cómo eran en verdad las cosas. SeungCheol no había dejado de pensar en ningún momento que sentir cariño por ese chico era algo que no debía permitirse hacer. No ignoraba que dentro de algunas semanas tendrían que despedirse, y que en menos de dos meses no se recordarían en absoluto. Pero de alguna manera, el pelinegro quería dejar todo ese futuro inminente de lado, deseaba de verdad poder permitirse sólo disfrutar de la presencia de JiHoon en su vida, hasta que el momento final llegara y no pudiera disfrutar más de su voz adormilada por la mañana, o de esas pequeñas sonrisas que hacían sus días más agradables, que habían conseguido eliminar de él la sed de sangre y de volver de su propia vida un caos.
Evitaron entrar a terrenos más escabrosos colgando la llamada, pues no podían permitirse conversar durante periodos de tiempo prolongados, especialmente cuando se contactaban tan frecuentemente entre las inquietudes de Mingyu y la nueva situación en que SeungCheol se encontraba inmiscuido con JiHoon.

ESTÁS LEYENDO
Red lights
FanfictionDonde una luz se enciende en las personas al encontrar a su destinado. En un mundo donde la sociedad está en crisis debido a las almas gemelas, un estudiante de medicina enciende La Luz en la persona menos esperada.