Capítulo 18

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SeungCheol frotó su rostro después de haber leído todas y cada una de las hojas que tenía frente a sí.

A su lado, la investigación de JiHoon descansaba, junto a muchas fotografías y resultados de exámenes que Mingyu se había hecho a través de las semanas. El azabache apenas había podido dormir, y no fue debido a sus sentimientos, los cuales quedaron en segundo plano al escuchar la historia de su mejor amigo. Estaba honestamente preocupado, y aunque quisiera, no podía brindar mucha ayuda estando tan lejos de su hogar, por lo que todo lo que podía hacer era intentar analizar el caso de su compañero e intentar ver si podía hallar algo que se le estuviera escapando.

La mañana había llegado ya, pero no fue muy consciente de ello hasta que escuchó pasos suaves en la cocina, seguidos por el sonido de algunas cosas siendo movidas de su sitio. Sonrío levemente al escuchar a JiHoon abrir el cajón donde sus galletas favoritas eran dejadas. No tenía que invadir la mente de su alma gemela para saber lo que hacía o dónde se encontraba, podía divisarlo como un punto de luz en ese pequeño mapa que parecía existir en su cabeza. Era una forma curiosa de ubicarle, pero creía que era La luz la que les guiaba, y por eso era ella quien señalaba al castaño.

Suponía que JiHoon se sentía decepcionado al pensar que había sido el primero en despertar, y al estar él tan absorto en su trabajo, olvidó que era hora de cocinar el desayuno.

—Ji —le llamó SeungCheol, a lo que el menor levantó la mirada, luego de servir una taza de café para él, la cual llevó junto a algunas galletas al lugar de donde esa voz provenía.

El azabache vio a su destinado asomarse tímidamente en el borde de la puerta, y parecía sorprendido al verle ahí, trabajando a esa hora de la mañana.

—Buenos días —le saludó el menor, acercándose al escritorio y dejando las cosas que llevaba en las manos ahí, con cuidado de no dañar todos esos papeles.

JiHoon ofreció una galleta al pelinegro, a lo que él negó antes de agradecer, mientras comenzaba a recoger ese desastre que había creado durante la noche.

—El desayuno estará en unos minutos. Lo siento, perdí la noción del tiempo —se disculpó SeungCheol, observando a ese lindo chico, cuyas mangas del suéter que vestía, demasiado grande para ser de su talla, cubrían sus manos mientras bebía café.

—¿No dormiste? —preguntó el más bajo, preocupado por el aspecto de su alma gemela, aunque no podía percibir cansancio en él. Era como si su mente estuviera demasiado ocupada como para fijarse en nimiedades como el sueño. Sin embargo, JiHoon no quería adentrarse en sus pensamientos para saber de qué se trataba todo aquello.

—Un par de horas quizá. Quería revisar todo eso —respondió el mayor, sin oponer resistencia a que el castaño tomara algunas de las fotografías que ahí había.

—Jeon Wonwoo —leyó JiHoon en voz baja, observando después una de las imágenes de ese hombre.

Probablemente él ni siquiera supo que había estado siendo fotografiado. En la toma se le observaba caminando, mirando hacia el suelo, sus oscuros cabellos cubriendo parte de su rostro, pero sin ocultar del todo sus rasgos rectos y ojos gatunos.

Era un hombre bastante atractivo, pero su expresión era triste, y quizá la foto en ese día gris no ayudaba mucho más a que no se le percibiera como a alguien que no estaba pasando un buen tiempo. Pero quizá el entorno no era algo que a SeungCheol le importara, probablemente no miraba esa pequeña marca oscura mal disimulada con maquillaje que ese chico tenía en el mentón, ni se fijaba en la forma en que abrazaba un par de libros, como si temiera que le fueran arrebatados en cualquier instante.

—¿Tú tienes que...

JiHoon ni siquiera terminó la pregunta. Se había acostumbrado ya en cierto punto a la idea de que SeungCheol era un asesino a sueldo. Ya ni siquiera le importaba que su relación se hubiera vuelto tan estrecha, incluso cuando antes no había podido evitar odiarlo por su trabajo; pero prefería obviar lo que no era necesario pronunciar, no quería pensar que podía acabar con la vida de una persona inocente. Porque ese hombre realmente lucía como alguien inocente. Deseaba pensar en su destinado como alguien a quien comenzaba a conocer más a fondo, ver más allá del homicida que había ocultado las cosas que sabía ahora.

Red lightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora