4. Problemas

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NOAH

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NOAH

Cuando entré al salón, los chicos callaron de repente.

—¿Qué le has dicho?

—Nada —respondí de manera sistemática, recuperando mi lugar en el sofá. Todos me dieron una mala mirada; ya nos conocíamos demasiado bien.

—No va a venir, ¿verdad?

Suspiré ante la pregunta del rubio y su mirada de cachorro abandonado.

—No tiene pinta —respondí con una mueca pesarosa.

A mi respuesta le siguió un bufido de Eloy, que se cruzó de brazos enfurruñado y, tras pensarlo un poco, se levantó. Él no era una persona madura, y ese tipo de comportamiento era de esperar; el hecho de que fuese a verla era incluso predecible. Lo que no me esperaba, fue la intervención de Marco cuando Eloy desapareció de la escena.

—No puedes pagarlo con ella, es la única que no tiene la culpa de esto.

Quizá Marco no era la persona correcta para darme lecciones, pero tenía razón; ella no tenía la culpa, al menos no de aquello.

Todo estaba bien antes de aquella maldita llamada y, aunque ella no tenía nada que ver, sabía que acabaría metiendo su respingona nariz en todo ese asunto. Tan solo quería mantenerla alejada de todo aquello y, sin embargo, acabé siendo el malo por tener buenas intenciones.

Bufé y me recosté hacia atrás. Necesitaba encontrar una solución, y estaba seguro de que tener a aquella niña cerca no me traería nada bueno.

Entonces el rubio entró de nuevo en escena, pero con semblante desolado. No se había escuchado el ruido de ninguna puerta, lo que quería decir que no había llegado a hablar con ella.

—Tío, está llorando. ¿Qué le has dicho?

Discutir entre nosotros era lo peor que podíamos hacer, puesto que todos estábamos en el saco y debíamos ser cómplices para no salir mal parados de aquello.

—Se está victimizando, no le hagáis ni caso. Solo es una niña que no sabe cómo llamar la atención —escupí. De ninguna manera podíamos perder el tiempo con ella, ni dejarla entrar en nuestro círculo; pero ya se había ganado a Eloy, que era demasiado ingenuo como para saber la que se nos venía encima—. Tan solo ignoradla, haced como si no existiese. Será lo mejor para todos.

—¿No te da lástima? —volví la vista hacia Marco y negué. Él era el más sensato de los tres, debía entender mi punto de vista, pero no lo hacía—. Joder, Noah, ¿no te das cuenta de que está sola? No podemos repudiarla por el amor al arte.

Era consciente de lo mal que estaba aquella chica y hasta me atrevería a decir que fui el único que se percató de cómo le temblaban las piernas por los nervios, o la inseguridad que desprendía por cada poro de su piel. Las personas así acaban destrozadas por la sociedad, pero tenía la esperanza de que aquel miedo se disipase con el tiempo, de todos modos, no era mi problema. Quizá, si lo hubiera considerado como mi problema, si tan solo hubiera considerado la opción de ayudarla antes, no habría sucedido todo aquello. Pero claro, yo no podía saber todo lo que ella escondía.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora