17. Miedo

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CASANDRA

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CASANDRA

Después de hablar con Noah estuve un poco paranoica, más de lo normal. Tenía miedo, y lo peor de todo era que no sabía a qué debía temerle. Me pasaba los cambios de clase dándome la vuelta para asegurarme de que no me seguía nadie, lo cual en un pasillo abarrotado de gente era estúpido. Cualquier sonido o movimiento brusco podía asustarme y no me atrevía a ir sola por la calle. A Eloy aquello le hacía gracia, le divertía verme tropezar por no ir mirando al frente.

Después de la «confesión» de Noah, hablé con Marco. Él me había llevado, debía haber un motivo, pero no lo dijo. Estuvimos charlando largo y tendido; me comentó que no era para tanto, que Noah se montaba unas películas que ni en Hollywood. «Solo es una deuda, nada más. No van a matarle por un poco de dinero» dijo con tranquilidad; pensar que podía tener razón me calmaba bastante. «Ya viste lo que hay, ese es Noah» comentó. Entonces creí haberlo entendido, no me quería cerca de él. En un primer momento no supe si era por mi bien o por celos; pero tenía claro que había que escoger un bando, y no lo dudé al ponerme del lado de Marco. Noah me había recordado demasiado a mi padre y sabía que, tarde o temprano, me traería problemas.

Pasé mucho tiempo con el italiano y evité en todo lo posible a Noah, pero necesitaba respuestas que Marco no quería darme.

—Justo quería hablar contigo —dije al toparme con Ian en el pasillo. Él se había mostrado neutral y supuse que era la persona perfecta para aclararme qué estaba pasando.

—Te juro que no he visto nada —dijo a la defensiva y con cierto nerviosismo. Fruncí el ceño sin entender nada y me acerqué. ¿Qué diablos hacía parado en el pasillo?

—¿Qué?

—¿Qué? —repitió. Sentí unas ganas terribles de abofetearle. Respiré hondo y lo ignoré.

—¿Podemos hablar? —pedí. Ian se pasó las manos por la melena y arrugó el ceño.

—¿Sobre qué?

—Sobre las carreras. Bueno no, sobre Noah —rectifiqué. Él suspiró aliviado y sonrió.

—Claro, vamos a mi habitación.

No me daba buen rollo, él y yo simplemente no nos tratábamos. Él soltaba algún comentario estúpido y yo me dedicaba a ignorarlo. Pero aun así fui a su habitación y me paralicé cuando cerró la puerta.

—¿Qué quieres saber? —dijo sentándose en la cama deshecha. Su habitación era un desastre y, lo cierto es que no esperaba algo así de él. Se le veía demasiado pijo como para ser tan desordenado.

—¿En qué me afecta lo de Noah? —pregunté directa, en función de su respuesta sabría si debía preocuparme o no.

—A ver —suspiró. Empezábamos mal—. No sé qué te han contado Noah y Marco, pero nuestro queridísimo «hermano mayor» le debe dinero a gente muy chunga —dijo haciendo las comillas con los dedos. Me crucé de brazos y me apoyé sobre la puerta—, y eso nos afecta a todos.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora