5. Curiosidad

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CASANDRA

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CASANDRA

Me senté en la cama con la vista fija en la puerta para evitar más intrusos desagradables. Estaba haciendo un día de lo más caluroso, pero, después de la irrupción de Noah en mi dormitorio, ni de broma me volvía a sacar el jersey.

Todo estaba en silencio, podía escuchar incluso los latidos de mi corazón; hasta que los chicos comenzaron a gritar en la cocina y, sin pensarlo, agudicé el oído para saber de qué hablaban. Estaba demasiado aburrida.

—Que no puede ser ella.

—Que sí, mira, las fechas encajan.

—Debe de ser muy duro que tu padre mate a tu madre.

—No puede ser.

—El periódico no miente.

El mundo se me cayó a los pies en ese preciso instante. No podían haber publicado la noticia en el periódico, a la vista de todos para que contasen mi desgracia como un dato más. No podían mancillar la memoria de mi madre de esa manera, mi madre era mucho más que la última mujer asesinada a manos de su pareja.

Salí de la habitación y me encerré directamente en el baño. Aquello me había revuelto el estómago y terminé por vomitar incluso lo que no había consumido.

Ahí encontré la única ventaja de vivir con hombres: la tapa del inodoro estaba levantada.

Podría decirse que vomité hasta mi primera papilla y, después de aquello, me senté en el suelo a llorar. Me temblaban tanto las manos y las piernas que, por un momento, pensé que me iba a dar un ataque.

Hubiera estado bien cerrar la puerta con pestillo, pero iba tan apurada, que la cerré de forma descuidada antes de abrazar la taza del váter. Al cabo de un rato, llamaron a la puerta.

—¿Se puede?

Lo ignoré y continué llorando, lo que el chico entendió como un «Adelante». Cuando abrió la puerta, vi que se trataba de Marco, lo cual me resultó curioso, porque pensé que sería Eloy. En cuanto vi una sonrisa compasiva en sus labios, agaché la cabeza pensando en lo horrible que debía verme.

—Te he traído agua —dijo cerrando la puerta tras él y arrodillándose a mi lado. No podía mirarle a la cara, no quería dar la lástima que daba.

—Gracias —susurré. Suspiré y me tapé los ojos con mi temblorosa mano.

—Ya no estás sola, ¿vale? —musitó y pasó un brazo sobre mi hombro para, posteriormente, estrecharme contra su costado. No hay palabras para explicar lo satisfactorio que es que alguien te abrace y te diga eso cuando estás realmente hundida.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora