22. Rivalidad

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NOAH

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NOAH

No dejaba de darle vueltas a lo que le había dicho a Casandra, aún podía ver sus ojos con miedo y esa mirada dolida. Realmente no pensaba eso de ella, había bebido demasiado y estaba molesto; tan solo hablé sin pensar.

No había sido para tanto, me disculparía con ella y ya vería la forma de quitar a Marco de en medio, porque la verdad es que me reventaba pensar que Casandra le había besado.

A la mañana siguiente fui a la cocina en busca de algo para el dolor de cabeza, y en ello estaba cuando apareció el perro agitando la cola con efusividad. Había olvidado su existencia. No pude reprimir la sonrisa al ver que Casandra le había puesto el collar que yo había comprado. Al final cedí, y estaba acariciando al animal cuando Ian entró malhumorado a la cocina.

—Te la había puesto en bandeja de plata; y vas tú y la llamas puta. Joder, Noah.

Aparté la mano de Lucky como si me quemase, y le di una mala mirada al gafotas.

—Ian, no estoy de humor; así que déjalo —advertí. Me dolía demasiado la cabeza como para aguantarle.

—La convencí para que no perdiera el tiempo con Marco, le dije que eres un buen chico, y vas y la cagas de manera apoteósica —continuó mientras se servía una taza de café. Me apreté el puente de la nariz y bufé.

—Me da igual...

—Lo sé, pero seguro que no te da igual que Casandra no haya dormido en su cama —añadió con tono picajoso. Dudé, no pensaba ir corriendo a ver si era verdad, pero no pude evitar tensarme al pensar que había pasado la noche con Marco.

Maldije para mis adentros como si nada.

Casandra no solo había dormido con Marco, sino que también estaba acurrucada a su lado en el sofá viendo la tele. Al verlos, quise reventarle a golpes y, de no ser porque no quería que la muchacha me odiase, lo habría hecho.

Parece que la vida quiso darme una tregua, porque el móvil del italiano comenzó a sonar y tuvo que salir a la pequeña terraza para atender la llamada. Se escondió mucho para una mísera llamada, ¿con quién diablos hablaba?

Ignoré ese hecho y aproveché para disculparme con la muchacha; o al menos, esa era mi intención.

—Casandra, necesito hablar contigo —comenté. Ella me dio una mirada condescendiente y, tras negar, habló con tranquilidad.

—No tenemos nada de qué hablar, Noah.

Cuando entendí que no quería ni verme la cara, pensé en dar media vuelta y largarme, pero no lo haría sin que ella me hubiera escuchado.

—No lo dije en serio, bebí demasiado...

—Tú siempre bebés demasiado —me interrumpió. Fruncí el ceño y suspiré buscando calma.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora