34. Grita mi nombre

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NOAH

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NOAH

No sabes lo que es el miedo hasta que te das cuenta de que vas a perder lo más preciado de tu vida; en mi caso era ella, esa chica de piernas largas se había robado una parte de mí, y aquella noche se la llevó consigo.

Del mismo modo, yo sentía que tenía un fragmento de ella que me ayudaba a ser mejor persona.

Casandra estaba demorando más de la cuenta y no respondía al teléfono, yo no podía estar más nervioso.

—Seguro que tiene las manos ocupadas, la llamaremos de nuevo y, esta vez, responderá —dijo Ian en un inútil intento de calmarme mientras marcaba el número de nuevo y, una vez más, no hubo respuesta alguna.

—Se acabó —espeté tomando las llaves. Si le había pasado algo, el tiempo era demasiado valioso y de ninguna manera iba a perder ni un segundo más. Saldría a buscarla, la traería de vuelta a casa y le regañaría por preocuparme tanto, para después acabar comiéndonos la boca.

Al menos ese era el plan hasta que me llegó el mensaje.

En aquel momento todo fueron sentimientos encontrados, pero ninguno de ellos era positivo.

Volví a sentir miedo como cuando era un niño y lloraba preocupado tras darle un puñetazo a la pared por impotencia. Recordé al niño asustado que no pudo hacer nada. Pero no era el caso, ese niño ya no existía.

Adivina quién está conmigo, Noah. Tienes doce horas para traerme todo el dinero que me debes o le volaré los sesos a la muchacha, y sería una pena manchar ese precioso pelo de sangre.

La sangre era justamente lo que se me había helado en ese preciso momento. Era como un mal sueño, solo que la pesadilla se había hecho realidad.

Lo cierto es que había pensado en la posibilidad de que esto ocurriese, tras aquella carrera que Casandra no debió presenciar, no dejaba de pensar en que podía morir una persona inocente por mi culpa, ahora había una gran diferencia, y es que la vida que estaba en juego no era la de una persona inocente, sino la de la chica a la que amaba y de la cual me había enamorado tontamente al igual que un crío y, como tal, estaba dispuesto a jugar a ser un caballero para salvar a mi princesa.

Pensé que Casandra ya estaba a salvo, había conseguido el dinero suficiente como para llegar a un acuerdo con Clyde y que la muchacha quedase fuera del juego, así que aquello me tomó desprevenido y con la guardia baja.

Creo que nunca en mi vida había sentido tanto temor, ni siquiera cuando era un niño indefenso; ya no temía por mí, ahora temía por ella.

—Joder...

* * *

—¿Y qué vamos a hacer?

Eloy caminaba en círculos por la cocina, revolviéndose los mechones rubios con los dedos y, por lo revuelto que tenía el cabello, supe que llevaba varios minutos haciéndolo.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora