28. No eras una opción

4.5K 268 16
                                    


NOAH

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NOAH

Desde pequeños nos enseñan que todo lo que sube, baja, y que después del subidón de adrenalina, llega el bajón. Efectivamente, llegó justo después de la carrera, cuando volví la vista hacia el público en busca de esa maldita persona que me estaba haciendo perder la cabeza. La verdad es que no me sorprendió ver que Casandra había estado demasiado ocupada comiéndole la boca a Marco como para prestarme un mínimo de atención, pero tenía a Clara como premio de consolación. Ella había estado ahí, atenta como siempre, y había sentido sus labios sobre los míos nada más salir del coche, ni siquiera me había dado tiempo a pestañear.

La muchacha de los ojos grises y yo no cruzamos ni una sola palabra en toda la velada. Fuimos a celebrar que, al fin, algo había salido bien, pero ni ella ni yo estábamos contentos. Quise ignorar su mirada triste y perdida, pero fue imposible cuando cayó una lágrima. Nadie más se percató de aquello, ella se limpió con el dorso de la mano lo suficientemente rápido como para hacerla pasar desapercibida y, por si las moscas, rio ante el chiste malo que había soltado Ian. No era ninguna novedad que la chiquilla no estaba bien y que por eso había ido a ver a la psicóloga, pero mi curiosidad seguía ahí, latente por saber qué la atormentaba. 

Y si me lo hubiera contado antes, quizá no habría pasado todo aquello.

Esa noche me resultó imposible conciliar el sueño, y esa fue la razón para levantarme a las cuatro y pico de la mañana e ir a por el whisky, pero alguien se me había adelantado.

Observé mudo cómo la muchacha estiraba el brazo para agarrar la botella que reposaba en lo alto del estante; la indecisión estaba clara en sus movimientos. Sonreí y, tras apoyarme en el marco de la puerta con los brazos cruzados de forma relajada, me aclaré la garganta y hablé.

—No deberías coger las cosas de los demás sin pedir permiso —dije con voz neutra. Aquello la tomó por sorpresa e hizo que se le cayese la botella por el sobresalto. El estruendo fue suficiente como para despertar a todo el mundo, pero, en consecuencia de la fiesta, ninguno de los chicos se levantó.

Pasé la vista desde el suelo lleno de cristales hasta la expresión de horror plasmada en el rostro de Casandra, quien apretó los labios y después abrió la boca para decir algo. Sin llegar a emitir ningún sonido, la cerró de nuevo y, tras darme una mirada cautelosa, pasó sobre los cristales. Quiso hacer lo mismo conmigo, pero la retuve por el brazo antes de que se escapase.

Su pecho se agitó debido a su pesada respiración cuando intentó zafarse y, para evitar que lo consiguiera, resbalé la mano hasta su muñeca. Quizá apreté con demasiada fuerza, porque la muchacha soltó un quejido cuando llevé su mano a la espalda y, tomándola de la otra muñeca, la pegué a mí. Con eso conseguí que dejara de revolverse y, no voy a mentir, disfruté de aquel contacto tan similar a un abrazo, porque su espalda se sentía demasiado cálida contra mi torso. Guardé silencio y deslicé el pulgar sobre la muñeca que apretaba ligeramente contra su estómago, entonces, comenzó a llorar. Relajé el agarre por temor a estar haciéndole daño y posé mi mentón en la curvatura de su hombro mientras ella sollozaba y se atragantaba con el llanto.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora