9. Primera lección

6.4K 360 31
                                    

CASANDRA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CASANDRA

No, no podía estar pasando aquello, no en ese momento. Maldita naturaleza.

Unos minutos después de que Noah se marchase de mi habitación, salí despedida hacia el baño y, efectivamente, aquello estaba pasando, acaba de bajarme el periodo. A veces odiaba ser mujer.

Aunque el problema no era ese, era que estaba en una casa ajena y no tenía nada. Lo peor de todo, estaba en una casa de hombres. Estaba convencida de que ellos no entendían nada de mujeres, y se escandalizarían con tan solo ver el envase de un tampón en la papelera.

Me puse algo de papel provisionalmente mientras pensaba una solución para aquello, pero estaba claro que no me iban a caer los tapones del cielo. Tras darle vueltas un rato, decidí salir a hablar con el que parecía el menos estúpido de los chicos.

Marco.

Me asomé a la puerta del salón y, de un vistazo rápido, vi que Noah no estaba, y que el resto se entretenían jugado a la consola. Me adentré insegura y dudé un momento antes de interrumpir su partida.

—Marco...

Me odié por lo pequeña que sonaba mi voz, pero pude respirar aliviada cuando el italiano se volvió y me regaló una sonrisa. Él era un chico listo, así que bastó una mueca para que se diese cuenta de que algo no andaba bien. Dejó el mando sobre la mesa, se levantó del sofá y, tras decirle a los chicos que continuasen la partida sin él, se acercó a mí. Envidiaba cómo caminaba de forma tan segura, yo nunca jamás volvería a andar así.

Cuando me quise dar cuenta, le tenía frente a mí, con esos enormes y oscuros ojos rebuscando en cada poro de mi piel.

—¿Pasa algo?

Sonaba preocupado, y aquello me hizo sonreír. Estaba nerviosa por tener que hablar con él, y se me notaba en el temblor de la voz.

—¿Podrías prestarme algo de dinero? —musité temerosa. Esperaba una respuesta negativa, no hay nada más feo que pedir dinero, y mucho más cuando era una intrusa en su guarida de chicos; por eso cuando Marco sonrió, me sentí completamente descolocada.

—Claro, ¿cuánto necesitas? —observé pensativa cómo se llevaba la mano al bolsillo del pantalón para buscar la cartera, pero cuando respondí, retiró la mano sin nada.

—Solo un par de dólares.

—¿Sabes? Yo tengo que ir a la tienda a por unas cosas. ¿Te parece bien si te acompaño?

Su sonrisa invitaba a asentir, pero me daba vergüenza. Negué tras pensarlo un momento.

—Es para...

—Sé para lo que es, he tenido novia —comentó divertido. Llevó su mano a mi hombro y, tras un ligero apretón, la alejó de vuelta; quizá fue por mi mala cara—. No me voy a asustar, no te preocupes.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora