14. Preguntas

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NOAH

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NOAH

Aquella noche se jodió todo. La noche que besé a Casandra.

Besarla fue un error, y la verdad es que me encantaría poder decir que había bebido demasiado como para ser racional, pero lo cierto es que era plenamente consciente de lo que hacía y que la besé por gusto.

¿Por qué? Supongo que no había ninguna razón, simplemente fue un impulso, algo que no quise controlar. Cuando se alejó me miró horrorizada, pero había correspondido y lo había disfrutado tanto como yo.

¿No es así, Cas?

Después de que ella se marchase corriendo sí que bebí lo suficiente como para despertar con una resaca terrible.

—Noah, vas a llegar tarde —gritó Marco golpeando la puerta de mi habitación. Me tapé la cara con la almohada y me volví.

—No voy a ir.

Entonces entró a mi habitación sin previo aviso.

—¿Qué? Noah, tienes las prácticas, así que venga ya. Levántate y...

—He dicho que no voy a ir —repuse—. No me encuentro bien.

Guardó silencio. Marco sabía por qué me esforzaba tanto en sacar las mejores notas, pero por suspender unas prácticas no iba a pasar nada. Salvo que ya me estaba despidiendo del sobresaliente.

—¿Seguro? ¿Necesitas algo?

—No —bufé—. Iros antes de que se os haga tarde.

No fue necesario repetírselo.

Pasé un par de horas acostado hasta que decidí que ya había perdido suficiente tiempo y que eso no solucionaría nada. Estaba agobiado, tenía la soga al cuello y no veía salvación ninguna. Lo que sí vi, fueron las siete llamadas perdidas y los dieciséis mensajes de Clara. No estaba de humor para aguantar sus reproches de niña mimada.

Apenas eran las once de la mañana cuando entré a la cocina para servirme un vaso de whisky; me ayudaba a pensar, aunque la noche anterior no había sido de mucha utilidad.

Siempre había dependido de los vicios, cualquier cosa podía volverse mi adicción, y aquellos eran precisamente mis secretos. Carreras, apuestas, tabaco, alcohol, drogas... Nunca podría sentirme orgulloso de eso, pero me sentía bien; los vicios eran lo único que me permitía seguir adelante, a pesar de que me destrozaron la vida.

Todo esto se lo podría agradecer a mi padre, si no estuviera muerto.

Estaba solo en el apartamento con un cigarrillo tras la oreja y un vaso de whisky en la mano. Completamente solo.

Sí es cierto que el alcohol me ayudaba a pensar, pero no me traía ninguna idea buena.

Dejé el vaso de whisky sobre la encimera y me dirigí a la habitación de Casandra. Había dejado la puerta cerrada, era normal y, a pesar de que no había nadie más en el apartamento, la abrí cuidando de no hacer ningún ruido. Me sorprendió ver que había ordenado algo. Ya no había ropa por el suelo, aunque el espejo continuaba tapado y la cama sin hacer.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora