18. Infancia

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NOAH

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NOAH

—¿Cómo está Casandra? —preguntó María al tomar asiento en la silla de su despacho. Ocupé mi lugar al otro lado del escritorio y entrelacé las manos con cierta atención.

—Mejor. Al menos ahora se digna a salir de su habitación —bufé. Estaba molesto con ella por todo; porque no me dejaba arreglar lo que había ocurrido, a pesar de que ni siquiera había sido culpa mía, y porque tampoco me permitía acercarme a ella, pero con Marco era diferente. Me daba rabia que fuese tan estúpida como para no darse cuenta de que el italiano se la había jugado y que lo único que pretendía era ponerla en mi contra—. Créeme que está demasiado bien para todo lo que ha tenido que pasar.

—Esta chica me preocupa —dijo entrelazando las manos ante su pecho—. Tú viviste algo más o menos parecido y...

—Yo no perdí a ningún ser querido —tajé.

—Noah, no seas así. A pesar de todo, tus padres te querían, se desvivían por ti.

—¡Mis padres no eran nadie! —ese comentario me hizo perder los papeles. María no sabía nada, pensaba que todo se había acabado con ellos, pero no era así, toda su mierda me había salpicado a mí—. Me jodieron la vida.

—Te está costando demasiado perdonarlos —musitó con una sonrisa compasiva—, pero sé que algún día lo conseguirás.

—Lo que hicieron no tiene perdón.

No lo tenía, me habían arruinado la vida. Yo no merecía aquello, no merecía ver todo lo que vi cuando era pequeño, ni pasar tanto miedo. Era solo un niño.

—Está bien, lo que tú digas —dijo evitando la discusión—. Pero no te cuesta nada ayudar a Casandra.

—¿Ayudar? Esa muchacha está hundida. No sé exactamente por lo que ha tenido que pasar, pero sea lo que sea, la ha destrozado. Esa chica no tiene autoestima, ni ánimo, ni...

—¿No has hablado con ella? —cuestionó torciendo el gesto. No le había gustado mi respuesta, pero las cosas no eran tan bonitas como ella pensaba.

—No me ha dicho nada sobre eso, es demasiado reservada.

—Quizá deberías abrirte tú primero.

—Yo estoy bien, no necesito abrirme a nadie —declaré—. ¿Qué diablos le hizo su padre?

Quería saberlo y estaba claro que ella no me lo iba a contar, pero quizá María estaba por la labor de ayudar un poco.

—Asesinó a su madre, Noah, ya lo sabes.

—No, no me refiero a eso. ¿Qué le hizo a ella? —¿era correcto aquello que estaba haciendo? Solo quería saber cómo ayudarla, no podía hacerlo si no sabía qué le pasaba.

—Su padre la maltrataba —confesó con tono amargo—, pero su madre no denunció nada y eso nos impedía hacer cualquier movimiento. Su madre sabía que, si lo denunciaba, Casandra acabaría en un centro porque ella no estaba capacitada para mantenerla.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora