27. Corazón roto

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CASANDRA

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CASANDRA

Llevaba horas intentando localizar a Marco, no había podido hablar con él en todo el día y me preocupaba que no diera señales de vida. Le había dejado diecisiete llamadas perdidas, ya empezaba a parecer una acosadora.

Al final me di por vencida y opté por esperar un poco a ver si él mismo me llamaba. Tal vez estaba ocupado, tenía una vida fuera de nuestra indefinida relación.

Así que, con este pensamiento, me dejé caer en la cama y fijé la vista en el blanco techo; me transmitía mucha paz. Eran alrededor de las cinco de la tarde y entraba un gran flujo de luz por la ventana que, junto al pulcro techo, hacía que la habitación se viese demasiado luminosa.

No estaba sola en la casa, Ian y Noah también andaban por ahí merodeando. Eloy había ido a tomar algo con unos amigos tras las clases; como de costumbre, me había invitado a acompañarlos, pero yo había declinado su oferta con la esperanza de poder pasar un rato con Marco. Desarrollé cierta dependencia, sentía que necesitaba estar con él a todas horas porque me trataba bien y me hacía sentir cómoda. Amaba su compañía, lograba que me olvidase de todo y me centrase simplemente en él y en cualquier tema que se le pasase por la cabeza. Habíamos hablado un poco de todo, el italiano tenía mucho que contar y siempre tenía algo que aportar a cada tema. No me cansaba de hablar con él; su voz se había vuelto mi sonido preferido. A su lado me sentía plena, por fin me sentía alguien, pero no todo era tan perfecto como parecía.

No había sido capaz de hablar con Marco sobre mi infancia, y no fue porque él no me lo hubiera preguntado, simplemente tenía la sensación de que me ahogaría con las palabras si trataba de contárselo. No había sido capaz de hablarle sobre mi miedo al agua fría o sobre cómo mi padre nos maltrataba a mi madre y a mí. Marco no había conocido a esa parte de mí que sufría miedo al rechazo constantemente, no era consciente de lo vulnerable que podía llegar a ser. Pensé que en el fondo eso sería lo mejor, por alguna estúpida razón quise creer que, si no veía cuánto me podía romper, no intentaría quebrarme.

A Noah le había mostrado lo vulnerable que era, le había permitido ver el miedo que tenía y él lo había usado en mi contra. Me sentía cómoda con él, llegué a creer que era un buen chico, no la mala persona de la que se le acusaba. Al igual que María, había acabado creyéndome su papel.

¿Por qué me empecinaba en buscar el lado bueno de la gente? Supongo que tan solo quería autoconvencerme de que no pretendían hacerme daño, que el mundo no estaba en mi contra.

Al cabo de un rato me llegó un mensaje, y yo, pobre ingenua, lo miré con la esperanza de que se tratase de Marco.

Era un número que no estaba registrado en mis contactos. Al abrir el chat, vi que se trataba de una imagen. Dicen que la curiosidad mató al gato, tienen toda la razón.

Sentí los ojos húmedos nada más ver la fotografía; no quería creer lo que veía y, por esa razón, observé cada maldito detalle con los ojos llenos de lágrimas. Era Marco, no había ninguna duda de que era él, pero no sabía quién era la chica con la que se estaba besando. En silencio pude escuchar cómo crujía mi corazón. Dolía.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora