Perfecta [✔️] [Perfectos #1]

20. Agua fría

NOAH

—¿Necesitas ayuda?

Me apoyé en el marco de la puerta y observé divertido cómo Casandra bañaba al perro. Se la veía diferente, casi entusiasmada mientras se dedicaba al animal. Era algo enternecedor. Le había hecho una olla de macarrones a modo de comida improvisada hasta que pudiera comprarle el pienso, y ahora lo estaba aseando. Había dejado que metiera a esa bola de pelo sucio en la bañera, era de locos. Después tendría que desinfectar todo el baño, pero no pude negarle nada, no después de lo que había pasado.

Y por eso ahora teníamos un puto perro. No me malentendáis, amaba a los perros, pero la situación no era la más adecuada; y mucho menos para adoptar a un perro grande y malcriado que se había atrevido a mostrarme todos los dientes. ¿Y entonces por qué había cedido? Porque lo hizo para proteger a Casandra.

—No, es muy bueno y está muy quieto —respondió la muchacha mientras se echaba el gel en la palma de la mano. Y entonces lo hizo, la maldita bola de pelo se sacudió, a lo que Casandra respondió con un grito. En ese momento reí, pero quería matar al perro por haberlo puesto todo perdido—. No, no, no. Eso no se hace —le regañó mientras se limpiaba la cara con el antebrazo.

—Super quieto —ironicé con una sonrisa maliciosa. Ella me miró con el ceño fruncido, pero sonrió—. Debes ponerle un nombre para poder darle bien las órdenes y todas esas cosas —comenté sin apartar la vista.

—Ah, sí...

Me asomé al interior del baño para contemplar con mejores vistas cómo Casandra frotaba al animal a conciencia.

Creo que la dedicación era una de sus mayores virtudes, y estaba convencido de que la llevaría muy lejos.

—Me parece que es de raza —murmuré al ver el pelaje dorado que salió a relucir en las partes libres de suciedad—. Parece un Golden Retriever.

—Ya hasta abandonan a los animales de raza, increíble —masculló. Ciertamente, ese animal había sido abandonado y, antes de que lo encontrase Casandra, tenía una pata en el hoyo. Estaba desnutrido y tirado a su suerte.

Observé a la muchacha con una sonrisa. No se había vuelto a poner ninguna sudadera, Lucía tan solo esa camiseta de tirantes que me permitía ver poco más que sus marcadas clavículas y sus escuálidos brazos. Supongo que, al no estar los chicos en casa, sintió la confianza suficiente como para mostrarse así conmigo, a pesar de que al principio se había mostrado reacia a quitarse la sudadera. Tenía la cabellera recogida en un moño y la camiseta empapada, bañar al animal parecía un trabajo duro.

—Deja de mirarme —masculló. Alcé las cejas divertido y me crucé de brazos.

—¿Por qué debería?

—Porque me incomodas —suspiró mientras tomaba la alcachofa de la ducha y enjuagaba al animal.

Reí, era tan... diferente.