12. Respira

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NOAH

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NOAH

Creo que no se daba cuenta de cómo se veía cuando se quedaba con la mirada perdida. Era algo que solía hacer a menudo; y la verdad es que fueron muchas las veces que me pregunté qué pasaba por su mente mientras esos ojos grises se perdían en la lejanía.

En aquel momento estaba haciendo precisamente eso. Creo que miraba algún punto en la ventana mientras hacía repiquetear la cuchara en la humeante taza. Podía oler el dichoso té verde a kilómetros. Llevaba días tomándolo a todas horas, era lo único que ingería, líquidos; cuando no era té, era agua con limón o agua sin más. Supuse que estaba haciendo algún tipo de dieta, lo cual es algo muy común en mujeres, así que no le di mayor importancia salvo algún que otro comentario. Sabía de sobra que aquello era consecuencia de lo que le había dicho unos días antes. La verdad es que no me sorprendía, Casandra no era más que una niña y, como tal, se dejaba afectar por todo. Era una broma, no tenía mayor importancia; no pensé que lo llevaría al extremo, pero aquella chiquilla tenía que llevarlo todo al límite.

—¿Vas a seguir con eso mucho tiempo? —le pregunté con las cejas alzadas. No respondió. Tomó la taza y salió de la cocina dejando claro que no soportaba mi presencia. No le había hecho nada y no me iba a preocupar por una niñata consentida a la que sus papis no le habían enseñado la importancia de una buena alimentación. Ya era demasiado mayorcita como para hacer esas estupideces.

—Parece que no le caes muy bien —comentó Marco sin dejar de ojear el periódico. Aquello era irrisorio.

—Que le jodan —mascullé antes de tirar el café al fregadero y salir de la cocina.

* * *

—Mañana vamos a ir a sacar sangre a la facultad de Derecho. ¿No te hace ilusión?

Le di una mirada suspicaz a la rubia y negué.

—¿Por qué debería hacérmela?

No era la primera vez que nos mandaban ese tipo de prácticas. Pasas dos días sacando sangre a muchachos que donan para poder perder clase o sentirse bien consigo mismos. ¿Y? No hay nada más.

—Vamos a perder dos días enteros de clase, es maravilloso —respondió la rubia con diversión mientras estrechaba los libros contra su pecho.

—Estás demasiado alegre, ¿a qué se debe? —aprecié. Que la rubia estuviese dando saltos a las ocho y media de la mañana era algo inusual.

—No todos estamos tan amargados como tú, Noah —dijo divertida y se volvió hacia mí. Fruncí el ceño ante su respuesta—. Deberías dejar de preocuparte, antes de que se te marquen esas feas arrugas —agregó dándome un toque en la frente.

¿Cómo no iba a preocuparme con el marrón que tenía encima? Debía dinero, mucho dinero a gente peligrosa; pero no era culpa mía, fue la única salida.

Perfecta [✔️] [Perfectos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora