ℂℍ𝔸ℙ𝕋𝔼ℝ 𝔽𝕆𝕌ℝ𝕋𝔼𝔼ℕ

444 68 19
                                    

Sábado, 13 de septiembre de 2014; Las 19:15.


—Los espaguetis que has preparado están asquerosos. ─Tomo otro bocado, cierro los ojos y saboreo el que probablemente sea el mejor plato de pasta que he comido en toda mi vida.

—Te encantan y lo sabes ─responde Jeon. Se levanta de la mesa, coge dos servilletas y me ofrece una─. Límpiate la barbilla. Te has ensuciado con salsa de espaguetis asquerosos.

Tras el incidente que hemos tenido contra el frigorífico, la noche ha vuelto a la normalidad. Jeon me ha traído un vaso de agua y me ha ayudado a ponerme en pie. Acto seguido me ha dado una palmadita en el culo y me ha puesto a trabajar. Era todo lo que necesitaba para dejar de sentirme incómodo: una buena palmadita en el culo.

—¿Has jugado alguna vez a Cenas o preguntas? —le digo.

—¿Debería querer jugar? —responde, tras negar lentamente con la cabeza.

—Claro. Es una buena manera para conocernos mejor. Después de nuestra segunda cita pasaremos la mayor parte del tiempo besándonos, por lo que tenemos que aclarar las dudas cuanto antes.

—Muy bien —responde entre risas—. ¿Cómo se juega?

—Yo te hago una pregunta muy personal e incómoda, y tú no puedes ni comer ni beber hasta que me respondas con total sinceridad. Y viceversa.

—Parece fácil. ¿Qué pasa si no quiero contestarte?

—Te mueres de hambre. —Jeon tamborilea con los dedos en la mesa y deja el tenedor en el plato.

—Me apunto.

Tendría que haber preparado las preguntas de antemano, pero no habría sido tarea fácil porque me he inventado el juego hace medio minuto. Tomo un sorbo de lo que queda de mi refresco aguado y me pongo a pensar. No quiero ponerme demasiado trascendental porque, en esos casos, siempre acabamos discutiendo.

—Vale. Tengo una. —Dejo el vaso sobre la mesa y apoyo la espalda en el respaldo de la silla—. ¿Por qué me seguiste hasta el coche el día en que nos encontramos en el supermercado?

—Ya te lo dije: te confundí con otra persona.

—Lo sé. Pero ¿con quién? —Jeon se revuelve en la silla y se aclara la voz. Con toda naturalidad se dispone a coger el vaso, pero se lo impido.

—No puedes beber. Antes tienes que contestarme. —Suspira y acaba por ceder.

—En aquel momento no lo sabía. Más tarde me di cuenta de que me recordabas a mi hermano.

—¿Te recuerdo a tu hermano? —le pregunto con la nariz arrugada—. Eso es de muy mal gusto, Jeon. —Él se echa a reír y hace una mueca de disgusto.

—No, no lo digo en ese sentido. Él no se parecía en nada a ti. Pero al verte me acordé de él, y no sé por qué te seguí. Fue una situación muy surrealista y extraña. Y después, cuando te vi corriendo delante de mi casa... —Hace una pausa y se mira los dedos que recorren el borde del plato—. Me dio la sensación de que estaba escrito que nos conociésemos —añade en voz baja. Y yo respiro hondo y asimilo su respuesta, procurando no detenerme demasiado en la última frase. Jeon me lanza una mirada nerviosa como si creyera que me ha asustado. Le sonrío para que se tranquilice y señalo su bebida.

—Ya puedes beber —le digo—. Ahora es tu turno.

—Oh, es muy fácil —comenta—. Quiero saber el terreno de quién estoy pisando. Hoy he recibido un mensaje misterioso. Decía lo siguiente: «Si estás saliendo con mi chico, cómprale tú mismo más minutos de saldo y no te aproveches de los que yo le puse. Idiota».

𝔸𝕃 ℂℝ𝕌ℤ𝔸ℝ 𝕃𝔸 ℙ𝕌𝔼ℝ𝕋𝔸 ❦ 𝕂𝕆𝕆𝕂𝕄𝕀ℕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora