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Lunes, 10 de noviembre de 2014; Las 16:35.

—¡Ni se te ocurra tocarlo!

Jeon está gritando y siento presión bajo los brazos. Oigo su voz cerca de mí, así que sé que sigue agarrándome. Dejo caer las manos y toco la hierba con los dedos.

—Cariño, abre los ojos. Por favor.

Jeon me acaricia la mejilla. Lentamente los abro y miro hacia arriba. Él está encima de mí y mi padre justo detrás.

—Tranquilo, acabas de desmayarte. Tienes que ponerte en pie para que nos marchemos.

Sin que yo haga ningún esfuerzo, Jeon me levanta y rodea mi cintura con el brazo. Tengo a mi padre enfrente de mí, mirándome.

—Eres tú dice. Mira a Jeon y luego a mí. ¿MinHee? ¿Me recuerdas? me pregunta con lágrimas en los ojos. Yo no estoy llorando.

—Vayámonos vuelve a decir Jeon.

Opongo resistencia y me libro de él. Vuelvo a mirar a mi padre, al hombre que ha reaccionado como si en el pasado me hubiese querido. Es un mentiroso de mierda.

—¿Me recuerdas? repite, y da un paso adelante. Jeon tira de mí a cada paso que da mi padre. MinHee, ¿te acuerdas de mí?

—¿Cómo iba a olvidarte?

Lo irónico es que lo olvidé. Por completo. Olvidé todo lo relativo a él, a lo que me hizo y a la vida que tuve aquí. Pero no quiero que él lo sepa. Quiero que piense que me acuerdo de él y de todas las cosas que me hizo.

—Eres tú dice, y pone la mano a un lado. Estás sano y salvo.

Mi padre saca la radio, intuyo que para dar el aviso. Antes de que pueda pulsar el botón, Jeon se abalanza sobre él y le quita la radio de un golpe. Cae al suelo, mi padre se agacha para cogerlo, da un paso atrás para defenderse y vuelve a colocar la mano sobre la funda de la pistola.

—Si yo fuera tú, no le diría a nadie que él está aquí le advierte Jeon. No creo que quieras que se publique en los periódicos que eres un puto pervertido. De repente, mi padre palidece y me mira atemorizado.

—MinHee, no sé quién te raptó, pero te mintió. Te dijeron cosas sobre mí que no son ciertas. Se acerca y me lanza una mirada suplicante y desesperada. ¿Quién te raptó, MinHee? ¿Quién lo hizo?

Doy un paso firme hacia él.

—Recuerdo todo lo que me hiciste. Y si me das lo que he venido a buscar, te juro que me marcharé y que no sabrás nada de mí nunca más.

Él sigue negando con la cabeza, sin poder creerse que tiene a su hijo delante. Estoy seguro de que está intentando asimilar el hecho de que, en estos momentos, toda su vida está en peligro. Su carrera, su reputación y su libertad. Su rostro se pone aún más pálido cuando se da cuenta de que no puede seguir negándolo. Sabe que lo sé.

—¿Qué es lo que quieres? me pregunta.

Miro hacia la casa y luego a él.

—Respuestas contesto. Y quiero todo lo que pertenecía a mi madre.

Jeon vuelve a agarrarme muy fuerte de la cintura. Pongo la mano en la suya porque necesito asegurarme de que no estoy solo en estos momentos. Mi confianza va disminuyendo con cada segundo que paso en presencia de mi padre. Todo él, desde su voz hasta sus gestos y sus movimientos, me provoca dolor de tripa. Mi padre mira a Jeon por un momento y luego a mí.

𝔸𝕃 ℂℝ𝕌ℤ𝔸ℝ 𝕃𝔸 ℙ𝕌𝔼ℝ𝕋𝔸 ❦ 𝕂𝕆𝕆𝕂𝕄𝕀ℕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora