ℂℍ𝔸ℙ𝕋𝔼ℝ 𝕊𝔼𝕍𝔼ℕ

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Martes, 09 de septiembre de 2014; Las 06:15.


Suena el despertador y, por un segundo, pienso en no salir a correr esta mañana. Pero entonces recuerdo quién está esperándome fuera. Me visto a toda prisa (desde que aprendí a vestirme solo, nunca lo he hecho tan rápido) y me dirijo a la ventana. Hay una tarjeta pegada en la parte interior del cristal, en la que Taehyung ha escrito "cualquiera". Sonrío y, antes de salir, despego la tarjeta y la lanzo a la cama.

Él ya está aquí, sentado en el bordillo, haciendo estiramientos. Me da la espalda, y eso está muy bien. De lo contrario me habría visto fruncir el entrecejo al descubrir que tiene la camiseta puesta. Cuando oye mis pasos Jeon se da la vuelta.

—Hola —me saluda. Sonríe y, al ponerse en pie, me fijo en que tiene la camiseta empapada. Ha venido corriendo. Ha recorrido más de tres kilómetros hasta aquí, ahora correrá otros cinco conmigo, y luego otros tres para volver a casa. No consigo entender por qué está tomándose tantas molestias, o por qué se lo permito.

—¿Quieres hacer unos estiramientos antes? —me pregunta.

—Ya los he hecho. —Extiende la mano y me acaricia la mejilla con el dedo pulgar.

—No tiene tan mala pinta —comenta—. ¿Te duele?

Niego con la cabeza. ¿De veras espera que articule una respuesta teniendo sus dedos en mi cara? Es muy difícil hablar y aguantar la respiración al mismo tiempo. Jeon retira la mano y sonríe.

—Muy bien, ¿Estás listo?

Dejo escapar un suspiro y respondo:

—Si.

Y corremos. Corremos un tramo el uno al lado del otro, hasta que el camino se estrecha. Entonces, cuando él se pone detrás de mí, me preocupo por qué aspecto tendré. Al correr suelo dejar la mente en blanco, pero estoy dándole vueltas a absolutamente todo: desde mi peinado, pasando por la largura de mis pantalones cortos, hasta cada gotita de sudor que me cae por la espalda. Me siento aliviado cuando el camino se ensancha y Jeon vuelve a ponerse a mi lado.

—Deberías presentarte a las pruebas de atletismo en pista —me dice con una voz tranquila, como si no llevase recorridos más de seis kilómetros esta mañana—. Tienes más aguante que la mayoría de los chicos del equipo del año pasado.

—No sé si me apetece —respondo, jadeando de un modo muy poco atractivo—. Casi no conozco a nadie del instituto. Pensé en presentarme a las pruebas, pero, hasta ahora, la gente ha sido un tanto... cruel. No quiero tener que aguantarlos más tiempo por el hecho de formar parte de un equipo.

—Solo llevas un día en el instituto. Deja que pase un poco de tiempo. Después de haber estudiado en casa durante toda la vida, no puedes pretender tener un montón de amigos el primer día.

Me detengo de golpe. Tras dar un par de zancadas más, Jeon se percata de que ya no estoy a su lado. Al darse la vuelta y verme quieto, viene a toda prisa y me agarra de los hombros.

—¿Te encuentras bien? ¿Estás mareado?

Niego con la cabeza y aparto sus brazos de mis hombros.

—Estoy bien. —respondo, muy enfadado.

—¿He dicho algo que te haya molestado? —me pregunta con la cabeza ladeada.

Empiezo a caminar en dirección a casa, y él me sigue.

—Un poco. —contesto, mirándolo de reojo—. Ayer te dije medio en broma que me acosabas, pero admitiste que me habías buscado en Facebook justo después de conocerme. Luego insististe en salir a correr conmigo, aunque no te venga de paso. ¿Y ahora sabes cuánto tiempo llevo en el instituto? ¿Y que hasta ahora he estudiado en casa? La verdad es que resulta un poco desconcertante.

𝔸𝕃 ℂℝ𝕌ℤ𝔸ℝ 𝕃𝔸 ℙ𝕌𝔼ℝ𝕋𝔸 ❦ 𝕂𝕆𝕆𝕂𝕄𝕀ℕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora