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Domingo, 09 de noviembre de 2014; Las 03:10.


—No podemos quedarnos aquí —me dice Jeon al detener el coche ante su casa—. EunJi podría venir a buscarte. Voy a entrar a coger algunas cosas. Regreso enseguida.

Él se vuelve hacia mí y acerca mi rostro al suyo. Me da un beso y se baja del coche. Mientras está dentro de casa, tengo la cabeza apoyada contra el reposacabezas y miro por la ventanilla. En el cielo no hay ni una sola estrella que pueda contar. Solo veo relámpagos, y la verdad es que son más apropiados para la noche que he pasado.

Jeon vuelve al coche unos minutos más tarde y deja una bolsa en el asiento trasero. Su madre está en la entrada, mirándolo. Él va a donde está ella y toma su rostro con ambas manos, como me hace a mí. Le dice algo que no consigo oír. Ella asiente y lo abraza. Viene al coche y se sube.

—¿Qué le has dicho? —le pregunto.

Me coge de la mano y responde:

—Que te has enfadado con tu madre y que voy a llevarte a casa de un familiar en Busan. Le he explicado que yo me quedaré un par de días en casa de mi padre y que volveré pronto. -Me mira y sonríe-. Tranquilo. Por desgracia, mi madre está acostumbrada a que me marche. No está preocupada.

Me doy la vuelta y miro por la ventanilla mientras Jeon se dirige hacia la carretera. Justo en ese momento, la lluvia empieza a caer sobre la luna del coche.

—¿Vamos a quedarnos con tu padre?

—Iremos a donde tú digas. Pero dudo que quieras ir a Busan.

—¿Por qué no querría ir a Busan? —le pregunto.

Jeon aprieta los labios y activa el parabrisas. Pone la mano sobre mi rodilla y la acaricia con el pulgar.

—Allí es donde naciste —aclara en voz baja.

Vuelvo a mirar por la ventanilla y suspiro. Hay muchas cosas que no sé. Muchísimas. Apoyo la frente en el cristal frío, cierro los ojos y me vienen a la mente todas esas dudas que he estado evitando toda la noche.

—¿Mi padre sigue vivo? —le pregunto.

—Sí, está vivo.

—¿Y mi madre? ¿Es verdad que murió cuando yo tenía tres años?

Jeon se aclara la voz y contesta:

—Sí. Murió en un accidente de coche unos meses antes de que nosotros nos mudáramos al barrio.

—¿Mi padre sigue viviendo en la misma casa?

—Sí.

—Quiero verla. Quiero ir allí.

Jeon se queda callado unos segundos. En lugar de responderme, toma aire y lo expulsa lentamente.

—No creo que sea una buena idea —responde al fin.

Me vuelvo hacia él.

—¿Por qué no? Probablemente pertenezca a ese lugar más que a ningún otro. Tiene que saber que estoy bien.

En ese momento Jeon detiene el coche en la cuneta. Se vuelve hacia mí y me mira directamente.

—Cariño, no es una buena idea porque te has enterado de todo esto hace unas pocas horas. Tienes que asimilar muchas cosas y no tomar decisiones precipitadas. Si tu padre te ve y te reconoce, EunJi irá a la cárcel. Tienes que reflexionar. Piensa en los medios de comunicación. Piensa en los reporteros. Créeme, Jimin. Cuando desapareciste, estuvieron acampados en nuestro jardín durante meses. La policía me interrogó más de veinte veces en solo dos meses. Toda tu vida está a punto de cambiar, sea cual sea la decisión que tomes. Pero quiero que tomes la que más te convenga. Responderé a todas tus preguntas. Te llevaré a donde quieras en estos dos días. Si quieres ver a tu padre, te llevaré. Si quieres ir a la policía, te llevaré. Si quieres huir de todo esto, lo haremos. Pero, por ahora, prefiero que lo asimiles. Estamos hablando de tu vida, del resto de tu vida.

Sus palabras me aprietan el pecho como una soga. No sé qué pienso. No sé si estoy pensando. Jeon ha reflexionado sobre esto desde muchos puntos de vista, y yo no tengo ni idea de qué hacer. No tengo ni puta idea. Abro la puerta, salgo al arcén y me quedo bajo la lluvia. Me paseo de aquí para allá, intentando concentrarme en algo para ralentizar la respiración. Hace frío y ya no llueve, jarrea. Se me clavan enormes gotas en la piel, y no consigo mantener los ojos abiertos. En cuanto Jeon rodea la parte delantera del coche, rápidamente camino hacia él, pongo los brazos alrededor de su cuello y hundo el rostro en su camiseta ya empapada.

—¡No puedo hacerlo! —grito por encima del ruido de la lluvia batiéndose contra el suelo-. ¡No quiero que esta sea mi vida!

Jeon me besa en la cabeza y se agacha para hablarme al oído.

—Yo tampoco quiero que esta sea tu vida. Lo siento mucho. Siento mucho que haya tenido que pasarte esto.

Pone un dedo debajo de mi barbilla y me la levanta para que lo mire. Él me protege de la lluvia, pero las gotas caen por su rostro, sus labios y su cuello. Tiene el cabello empapado y pegado a la frente, y le aparto un mechón de la cara. Tiene que volver a cortárselo.

—Esta noche no dejemos que esta sea tu vida —añade— . Entremos en el coche y finjamos que vamos a algún lugar porque nos apetece... no porque tengamos que hacerlo. Podemos imaginarnos que te llevo a un lugar maravilloso, a algún lugar al que siempre hayas querido ir. Puedes acurrucarte junto a mí, y hablaremos sobre lo emocionados que estamos y sobre todo lo que vamos a hacer cuando lleguemos. Podemos dejar los temas importantes para más tarde. Pero esta noche... no dejemos que esta sea tu vida.

Acerco su boca a la mía y lo beso. Lo beso porque siempre sabe qué decirme. Lo beso porque siempre está cuando lo necesito. Lo beso por apoyarme en todas las decisiones que tomo. Lo beso por ser tan paciente. Lo beso porque no se me ocurre nada mejor que volver a subirnos al coche y hablar sobre lo que haremos cuando lleguemos a Hawái.

Separo mi boca de la suya y, de algún modo, en medio del peor día de mi vida, reúno las fuerzas para sonreír.

—Gracias, Jeon. Muchas gracias. No podría hacerlo sin ti.

Me da un beso muy suave en la boca y me sonríe.

—Sí. Sí que podrías.









𝕋𝕙𝕒𝕟𝕜𝕤 𝕗𝕠𝕣 𝕣𝕖𝕒𝕕𝕚𝕟𝕘 💜💜

𝔸𝕃 ℂℝ𝕌ℤ𝔸ℝ 𝕃𝔸 ℙ𝕌𝔼ℝ𝕋𝔸 ❦ 𝕂𝕆𝕆𝕂𝕄𝕀ℕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora