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Lunes, 10 de noviembre de 2014; Las 16:57.


Es el primer recuerdo que tengo de cuando mi vida todavía no se había convertido en un tormento. Mi único recuerdo de cuando mi madre continuaba viva. No consigo acordarme de qué aspecto tenía ella porque la imagen es demasiado borrosa, pero sé cómo me sentía. Los quería. A ambos.

Mi padre está mirándome con un gesto lleno de dolor. No me compadezco de él porque... ¿acaso él se compadeció de mí? Soy consciente de que en estos momentos él está en una situación vulnerable, y si puedo aprovecharme de eso para sonsacarle la verdad, pienso hacerlo. Me pongo en pie. Jeon intenta agarrarme del brazo, y lo miro y niego con la cabeza.

—No te preocupes —le aseguro.

Él asiente y me suelta a regañadientes. Camino hacia mi padre, me arrodillo ante él y veo que sus ojos están llenos de arrepentimiento. Estar tan cerca de él hace que se me tense el cuerpo y me enfade todavía más, pero sé que tengo que hacer esto si quiero que responda a mis preguntas. Tiene que creer que me compadezco de él.

—Estaba enfermo —le digo con una voz pausada—. Mamá y yo... estábamos en mi cama, y tú viniste a casa del trabajo. Ella se había pasado toda la noche despierta y estaba cansada, de modo que le dijiste que descansara.

Una lágrima cae por la mejilla de mi padre y asiente ligeramente.

—Aquella noche me abrazaste como un padre debe abrazar a su hijo. Y me cantaste una canción. Recuerdo que solías cantarme una canción sobre tu rayo de esperanza. —Me seco las lágrimas de los ojos, sin dejar de mirarlo—. Antes de que mamá muriese... antes de que tuvieses que enfrentarte a ese dolor... No siempre me hiciste aquellas cosas, ¿verdad?

Él niega con la cabeza y me acaricia el rostro.

—No, Minnie. Te quería muchísimo. Todavía te quiero. Los quería a tu madre y a ti más que a mi vida, pero cuando ella murió... se llevó lo mejor de mí.

Aprieto los puños y rechazo levemente el tacto de sus dedos en mi mejilla. Sin embargo, lo soporto y, de algún modo, mantengo la calma.

—Siento mucho que tuvieses que pasar por aquello —le digo con seriedad.

Y es verdad. Recuerdo lo mucho que él quería a mi madre, e independientemente de cómo sobrellevó su dolor, albergo en mí el deseo de que nunca hubiese tenido que sufrir la pérdida de mi madre.

—Sé que la querías. Lo recuerdo. Pero eso no hace más fácil que encuentre el modo de perdonarte por lo que me hiciste. No sé qué hay en ti que te hace tan distinto al resto de la gente... hasta el punto de que llegaras a hacerme lo que me hiciste. Sin embargo, sé que me quieres. Por muy duro que sea admitirlo... en una época yo también te quise. Te quise porque eras bueno.

Me pongo en pie y doy un paso atrás, sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Sé que no eres completamente malo. Lo sé. Pero si, como dices, me quieres... si querías a mi madre... harás todo lo posible para ayudarme a cicatrizar las heridas. Me lo debes. Lo único que quiero es que seas sincero para que así pueda irme de aquí con algo de paz. Eso es por lo que he venido. Solo quiero paz.

Mi padre está llorando, y asiente con la cabeza hundida en las manos. Vuelvo hacia el sofá y Jeon me aprieta muy fuerte, todavía arrodillado junto a mí. Me tiembla todo el cuerpo, y me envuelvo con los brazos. Jeon nota cómo me siento, de manera que desliza la mano por mi brazo hasta toparse con mi dedo meñique y lo entrelaza con el suyo. Es un gesto muy pequeño, pero no podría haber hecho nada más perfecto para darme la seguridad que necesito para seguir adelante.

𝔸𝕃 ℂℝ𝕌ℤ𝔸ℝ 𝕃𝔸 ℙ𝕌𝔼ℝ𝕋𝔸 ❦ 𝕂𝕆𝕆𝕂𝕄𝕀ℕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora