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Park Jimin, un chico de diecisiete años, ha pasado lo que lleva de vida, en su casa. Por extraño que le parezca ha aceptado las condiciones de su madre de recibir educación en casa y de no poseer artefactos tecnológicos como una te...
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Martes, 11 de noviembre de 2014; Las 19:20.
Estamos a una manzana de distancia de la casa de EunJi cuando le pido a Jeon que detenga el coche. He pasado todo el trayecto atormentándome con la mera idea de volver a casa, y ahora que nos encontramos tan cerca, estoy aterrado.
No sé qué voy a decir a EunJi o cómo se supone que debo reaccionar cuando cruce la puerta principal. Jeon para el coche en un lado de la carretera, apaga el motor y me mira preocupado.
—¿Necesitas cambiar de capítulo? —me pregunta.
Asiento y respiro hondo. Jeon se vuelve hacia mí y me coge de la mano.
—¿Qué es lo que más miedo te da de volver a verla?
Cambio de postura para mirarlo de frente y le respondo:
—Me da miedo que, independientemente de lo que EunJi me diga hoy, no pueda perdonarla jamás. Sé que gracias a ella mi vida ha sido mejor de lo que habría sido si me hubiese quedado con mi padre, pero en el momento en que me raptó, EunJi no lo sabía. Ahora soy consciente de qué es capaz, y eso hace que no pueda perdonarla. Si no pude perdonar a mi padre por lo que me hizo... tampoco debería perdonarla a ella.
Jeon frota con el dedo pulgar el dorso de mi mano.
—Quizá nunca la perdones por lo que hizo, pero puedes darle las gracias por la vida que te ha dado. Ha sido una buena madre, Jimin. Recuérdalo cuando hables con ella.
Dejo escapar un suspiro lleno de nerviosismo.
—Esa es la parte que no consigo superar —le digo—. Que haya sido una buena madre y que la quiera por ello. La quiero muchísimo y me aterroriza perderla hoy.
Jeon me acerca a él y me abraza.
—A mí también me preocupa, cariño —me explica, porque no quiere fingir que todo irá bien cuando puede que no sea así.
Ambos estamos atrapados en el miedo que nos produce la incertidumbre. Ninguno de los dos sabe qué camino tomará mi vida después de que entre en casa, ni si vamos a poder recorrer ese camino juntos. Me aparto de él, me pongo las manos en las rodillas y reúno el valor para seguir adelante.
—Estoy listo —le digo.
Jeon asiente, volvemos a incorporarnos a la carretera, doblamos la esquina y nos detenemos delante de casa. En estos momentos las manos me tiemblan incluso más que antes. Jeon abre la puerta del conductor y, en ese instante, JongSuk sale de casa. Jeon se vuelve hacia mí y me dice:
—Quédate aquí. Primero quiero hablar con JongSuk.
Baja del coche y cierra la puerta. Me quedo quieto, tal como me ha pedido porque, sinceramente, no tengo ninguna prisa. Observo cómo ellos hablan durante unos minutos. El hecho de que JongSuk esté aquí, apoyando a EunJi, hace que me pregunte si ella le habrá contado toda la verdad sobre lo que hizo. En ese caso, dudo que él siguiera aquí. Jeon viene hacia el lado del coche en el que yo estoy sentado. Abre la puerta y se pone de rodillas junto a mí. Me acaricia la mejilla y recorre mi rostro con las yemas de los dedos.