𝔸𝕃 ℂℝ𝕌ℤ𝔸ℝ 𝕃𝔸 ℙ𝕌𝔼ℝ𝕋𝔸 ❦ 𝕂𝕆𝕆𝕂𝕄𝕀ℕ

ℂℍ𝔸ℙ𝕋𝔼ℝ 𝕋𝕎𝔼ℕ𝕋𝕐 ℕ𝕀ℕ𝔼: 𝕊ℙ𝔼ℂ𝕀𝔸𝕃 𝔽𝕆𝕌ℝ

Trece años antes.

—Tengo que hacer pipí —dice él con una risita.

Estamos escondidos debajo del porche de su casa, esperando que Jungkookie nos encuentre. Me gusta jugar al escondite, pero prefiero ser el que se esconde. Muchas veces me piden que yo cuente, pero no quiero que se enteren de que no sé hacerlo. Jungkookie siempre me dice que cuente hasta veinte cuando ellos van a esconderse, pero no sé cómo. De modo que suelo cerrar los ojos y finjo que estoy contando. Ambos van a la escuela, pero yo no iré hasta el año que viene, así que no sé contar tan bien como ellos.

—Viene hacia aquí ─me advierte él, arrastrándose hacia atrás.

La tierra que hay debajo del porche está fría por lo que, a diferencia de él, intento no tocarla con las manos, pero me duelen las piernas.

—¡Hoseok! ─grita él.

Jungkookie se acerca al porche y va directamente a la escalera. Llevamos escondidos mucho tiempo, y parece que él ya se ha cansado de buscarnos. Se sienta sobre un escalón, justo enfrente de nosotros. Si ladeo la cabeza puedo verle la cara.

—¡Estoy aburrido de buscarlos!

Me doy la vuelta, miro a Hoseok y veo que está preparado para salir corriendo a la base. Niega con la cabeza y se lleva un dedo a los labios.

—¡Minnie! ─grita él, todavía sentado en el escalón─. ¡Me rindo!

Jungkookie echa otro vistazo al jardín y lanza un suspiro. Me río al verlo hablar entre dientes y pisotear la gravilla que tiene bajo los pies. Hoseok me da un golpe en el brazo y me dice que no haga ruido.

Él se echa a reír, y al principio pienso que es porque nos ha oído, pero luego me doy cuenta de que está hablando solo.

—Desdicha, desamparado... ─dice en voz baja─  ... sin esperanza ─Vuelve a reírse y se pone en pie─. ¡Chicos! ─grita, con las manos alrededor de la boca─. No tengo ninguna esperanza de encontrarlos!

A Hoseok le hace gracia que Jungkookie se haya rendido fácilmente y sale de debajo del porche. Yo lo sigo y me levanto en cuanto él se da la vuelta y lo ve. Jungkookie sonríe y nos mira las rodillas manchadas de tierra y las telarañas del pelo. Niega con la cabeza y repite:

—Sin esperanzas.

𝔾𝕣𝕒𝕔𝕚𝕒𝕤 𝕡𝕠𝕣 𝕝𝕖𝕖𝕣 💙💛