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Park Jimin, un chico de diecisiete años, ha pasado lo que lleva de vida, en su casa. Por extraño que le parezca ha aceptado las condiciones de su madre de recibir educación en casa y de no poseer artefactos tecnológicos como una te...
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Lunes, 08 de septiembre de 2014; Las 16:47.
Tras colocar la compra, me guardo en el bolsillo un puñado de chocolatinas de mi alijo y salgo de casa. Abro la ventana de Taehyung y entro en su habitación. Son casi las cinco de la tarde y está dormido, de modo que voy de puntillas a la cama y me arrodillo frente a él. Tiene los ojos cubiertos con un antifaz, y su grisácea melena está sucia y desordenada, su boca produce una gran cantidad de baba mientras duerme. Me acerco muy despacio a su rostro y grito:
—¡Tae! ¡Despierta!
Él se incorpora de golpe, con tanta fuerza que no me da tiempo de apartarme. Su codo descontrolado choca contra mi ojo y caigo de espaldas. Inmediatamente me llevo la mano al ojo adolorido y me tumbo en el suelo. Busco a Taehyung con el ojo bueno, y veo que está sentado en la cama, mirándome con la cabeza entre las manos y el entrecejo fruncido.
—Eres un maldito ─gruñe. Se destapa, sale de la cama y directo al cuarto de baño.
—Creo que me has puesto el ojo morado —me quejo. Taehyung deja la puerta abierta y se sienta en el retrete.
—Me alegro. Lo tienes bien merecido. ─Coge el papel higiénico y cierra la puerta de una patada─. Espero que me hayas despertado para contarme algo importante. He pasado toda la noche haciendo las maletas.
Para Taehyung, las mañanas nunca han sido el mejor momento el día, y por lo visto, tampoco lo son las tardes. A decir verdad, tampoco lo son las noches. Si me preguntaran qué momento prefiere Taehyung, seguramente respondería que el tiempo qué pasa dormido. Tal vez ese sea el motivo por el que odia tanto despertarse. Me llevo muy bien con él, sobre todo por su sentido del humor y su honestidad. Las personas vivaces y falsas me sacan de quicio. No sé si la palabra "vivacidad" forma parte del vocabulario de Taehyung. Un armario negro lo separa de ser el típico adolescente con ganas de formar una familia. Y ¿falso? Él siempre es muy franco, tanto si quieres que lo sea como si no. Lo único falso que tiene es el color de su cabello.
A los catorce años sus padres le dijeron que iban a mudarse de Daegu a Seúl. Taehyung se rebeló y dejó de responderles cuando lo llamaban por su apodo de cariño, TaeTae. Quería fastidiarlos por obligarlo a cambiarse de ciudad, y decidió que sólo les haría caso si se dirigían a él como Taehyung. Sus padres siguen llamándolo TaeTae, y como privilegio de ser su mejor amigo, me permite llamarle Tae, pero los demás lo llaman Taehyung. Eso demuestra que es tan terco como yo, y ese es uno de los motivos principales por los que lo considero mi mejor amigo.
—Creo que te alegrarás de que te haya despertado. —Me levanto del suelo y me tumbo en la cama—. Hoy me ha pasado algo muy fuerte. —Taehyung abre la puerta del cuarto de baño y se dirige hacia la cama. Se acuesta y se cubre de pies a cabeza. Se aparta rodando de mí y ahueca la almohada hasta ponerse cómodo.