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Deslizó los dedos de su tercer brazo para tomar una carta de la baraja. Entonces, miró el juego de cartas en sus manos, nada, no tenía nada armado.

Aburrido.

Logró completar otras dos semanas limpió. Se quería morir, nunca se había aburrido tanto en toda su estadía en el infierno. Y mientras Vaggie y Charlie reían un poco a sus costados ya que al parecer la suerte si iba con ellas en el patético juego de cartas que realizaban para matar el tiempo a las tres de la tarde en ese inmundo hotel, él solo deseaba aspirar una o dos rayas.

¿La vida en el infierno se trataba de otra cosa?

Los absurdos ideales de Charlie y su pareja eran ridículos. La rubia nunca fue humana y no entendería los placeres mundanos, burdos y corrientes que la mayoría de los habitantes experimentaba y amaba. Su ideal era un sin sentido y se lo repetía una y otra vez en su cabeza, como el resto de todos los demonios de la comunidad. Se preguntaba por qué la apoyaban, se preguntaba por qué la respetaban ante sus ideas tan imbéciles y fuera de lugar, soñadoras y sin sentido.

Nadie merecía una redención. Y no, jamás, jamás... Querría vivir en un asqueroso y limpio paraíso si ya se quería matar con dos malditas semanas sin consumir.

Las sombras aparecieron en un rincón mientras la interferencia se hacía presente. No le prestó atención, sacó su celular de su acolchonado y apretado pecho y volvió a chequear los mensajes. Trabajo, necesitaba trabajo y que lo llamaran para lo que fuera o perdería la razón. En serio, hasta pensaba en darle algunas vueltas a los barrios bajos, ni siquiera por dinero, solo para sentirse vivo. Lo sentía por Charlie... No, en realidad no. Pero empezaba a considerar si realmente valía la pena obtener una estancia gratuita a cambio de su cordura.

Estaba escribiendo un mensaje rápidamente a su daddy con sus manos de sus brazos inferiores y por debajo de la mesa, Alastor y las dos chicas parecían hablar ignorando su presencia. Se escuchaban algunas risas por parte de Charlie y tal vez amenazas saliendo de la boca de Vaggie. Su estúpido juego de cartas estaba siendo interrumpido por las trivialidades del demonio de la radio.

—¡Si buscas trabajo puedo conseguirte clientes de élite, mi querido Angel Dust!

Se congeló.

Y la conversación y risas se apagaron de la nada. Alzó su mirada hacia todos los presentes, quienes ahora lo observaban con su completa y total atención.

¿Cómo supo qué...? En realidad, era una buena idea.

Ah. Bueno. Si, eso sería ideal. Interesante.

Admitió alzando los hombros. A la mierda, fue descubierto y Alastor solo le sonreía como siempre, como con todos. Pero ya daba igual, sabían que no iba a resistir mucho, ¿En primer lugar por qué tenían algo de confianza o esperanza en él? No se iba a "portar bien". Tarde o temprano lo haría.

Pero las reacciones de las otras dos no fueron exactamente... Las mejores.

¡Angel! ¡No! ¿Qué? Lo estabas haciendo muy bien. Es decir, lo de las grabaciones tal vez es algo que no podamos impedirte porque es tu trabajo. Pero cuando lo haces... Generalmente...

¿Generalmente? Siempre te terminas acabando todo el dinero que ganas en drogas, whisky y... armas.

Interrumpió Vaggie con una expresión de fastidio y odio hacia Angel. Ya no se podían permitir joder su reputación de nuevo, no habían tenido huéspedes nuevos y era obvio que era por su culpa porque nadie las tomaba en serio debido a sus comportamientos.

Oye. Necesito defenderme de alguna forma en este infierno del carajo.

Aburrido, miró hacia un lado y, luego de unos segundos, se levantó de su silla. Comenzó a caminar escaleras arriba para ir a su habitación, con dos de sus manos detrás de su cabeza con despreocupación y sus dos brazos bajos sin dejar de textear con el celular.

Pero la sombra y la presencia de Alastor se manifestó frente a él como una maraña de humo negro que cobró forma y detuvo su paso. Su sonrisa asquerosa adornaba su rostro, mientras posaba sus manos en su cintura con relajación y de una forma bastante amigable.

Angel solo arqueó una ceja. No le tenía miedo. De hecho estaba un poco bastante irritado y solo quería irse a su habitación para vestirse bien y dar el paseo que necesitaba para respirar.

Descuida, mi querido amigo. No voy a detenerte. Pero...

Con las garras de su mano derecha y sin dejar su amable y tétrica sonrisa de lado, colocó un par de tarjetas en uno de sus bolsillos. Clientes, muchos. De élite, como tanto presumió.

Te irá muy bien con mis geniales amigos. Son bastante raros, pero, ¡Vamos! No hay que juzgar a unos cuantos libros viejos por su portada putrida y amarillenta.

Alzó sus brazos a sus costados como si su trabajo fuera el juego más divertido del mundo, tal vez si lo era. Pero Angel Dust solo se quedó mirando su perturbadora sonrisa que no se borraba con nada. Le sonrió de vuelta con mucha confianza en sí mismo y rio casi imitando sus gestos. Aunque en vez de un eufórico agradecimiento por estarlo salvando de acostarse con vagabundos, solo pronunció dos palabras.

Gracias. Creo.

Pasó a su lado porque si, mucho demonio radio y fuerzas infernales mortales y genocidios. Pero para él, solo era un sujeto raro con una sonrisa gigante que lo hacía bastante desesperante. Aunque como nadie podía llevarle la contra porque seguro te arrancaba la cabeza, todos obedecían sus peticiones o asentían ante cualquier cosa absurda que dijera. Un temor silencioso hacia él probablemente.

Y otra cosa, pequeña araña.

Una de las sombras más siniestras y oscuras sostuvo el brazo derecho inferior de Angel, su cuerpo se tensó y abrió bien sus ojos, aún dándole la espalda porque estaba un par de escalones más arriba. La oscuridad... Su cuerpo se estaba envolviendo en oscuridad a pesar de que solo le estaba sosteniendo un brazo con una de sus sombras en forma de tentáculo.

No les faltes el respeto a las damas que muy amablemente te consideran parte de este "Lugar feliz". Eso es tan cruel.

Murmuró muy rápido Alastor mientras su sonrisa y sus dientes de demonio solo crecían. La interferencia se oía, o solo era oída por Angel, quien apretó los dientes odiando esa posición obligadamente sumisa de agachar la cabeza y decirle SI a toda su mierda. Estaba tan fastidiado y harto de ese lugar, tan histérico por no consumir, necesitaba drogas para retomar su personalidad porque sino los mataría a balazos a todos. Menos a él, porque antes de mirarlo sabía que en medio segundo le rompería el cuello.

La oscuridad y las sombras desaparecieron de su alrededor y la sonrisa super tranquila y alegre del demonio radio volvieron. Lo soltó, y el actor porno desvió su mirada casi sin expresión. Le sonrió por obligación, pero no pronunció palabras, solo asintió dando a entender que no sería tan jodidamente impertinente la próxima vez.

Si, claro.

Alastor le dio la espalda y se fue hacia sus dos compañeras con un paso demasiado tranquilo, ellas no habían escuchado la charla pero se les habían quedado mirando con expresiones de "¿Qué mierda fue eso?"

¡El orden es el factor esencial para mantener un lugar tranquilo! Pero ve a trabajar, mi querido amigo. Los lujos no se pagan solos.

Exclamó con su tono carismático habitual de presentador de radio. Angel Dust terminó de subir las escaleras para dirigirse a su habitación. Solo en ese entonces, se dio cuenta de todo lo que le fastidiaba Alastor.

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Hi~ mi primer fic de este fandom.
Ojalá disfrutemos juntos este viaje lleno de perversión ~~. Vienen tantas cosas. Tantas. Esperen la próxima actualización, bbs. Love u. <3

Don't call me angel [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora