Don't call me angel [ RadioDust ]

53°

Reposó ambas piernas sobre los costados de su regazo y se autopenetró con su miembro a pesar del espantoso dolor que supuso hacerlo muy a su pesar. Abrazó su cuello y cerró sus ojos demasiado adolorido por hacerlo tan repentinamente. Valentino lo sostuvo de las caderas y ayudó a que entrara y saliera, dominando su aturdido cuerpo y sonriendo con sus enormes dientes por lo satisfactorio que se sentía hacer lo que quisiera con él.

Angel solo gimió muy sensible y afectado por la gran intromisión, empezó a moverse sin decir una palabra montando su cuerpo y haciendo todo el trabajo duro sin dejar de subir y bajar.

—Val...

Gimió a su costado, sintiendo como su espalda y caderas eran masajeadas por las manos de su proxeneta. Valentino golpeó su trasero con bastante fuerza, logrando que gritara de la sorpresa y largara lágrimas por la brutalidad y violencia de la nalgada. Pero no se detuvo, gimió mientras su cuerpo no dejaba de temblar, cerraba sus ojos con mucha fuerza y gemía más de dolor que de placer. Se sentía horrible, asqueroso y cada vez lo estaba abriendo más por dentro. Lo abrazó tan fuerte que no pudo evitar enterrar sus uñas en su piel. No iba a soportarlo por mucho tiempo más.

Se dedicó a trabajarlo, a morder su cuello y a lamer los puntos sensibles del mayor, hasta que finalmente sintió como eyaculaba dentro de él y Val lo apretaba fuerte desde sus caderas para terminar de correrse por dentro. Angel se quejó con varios lamentos saliendo de su garganta, pero apenas abrió los ojos y se dio cuenta de que Valentino sufría el éxtasis del orgásmo, se levantó y le clavó un rodillazo en medio de la cara.

Quiso ponerse de pie aprovechando los pocos segundos que tenía por dejarlo aturdido. Alcanzó la manija de la puerta luego de correr desesperadamente, pero claro que no sería suficiente. El proxeneta le sujetó un brazo desde atrás y lo arrojó al piso, ignorando el dolor del golpe que acababa de sufrir por parte de su débil araña.

—No vas a irte, Angie.

Levantó su cuerpo desnudo del piso jalandolo bruscamente de uno de sus brazos y, como castigo, le encajó un puñetazo en medio del estómago. Angel abrió bien los ojos y se quedó sin aire sin aire, cayó de rodillas al suelo y se desplomó sin fuerza. Se sostuvo el estómago y tembló en su lugar, no logró cubrirse lo suficiente ni tener el tiempo, apenas pudo reaccionar cuando Valentino le dio una patada en el suelo y lo arrojó al rincón de la habitación.

Angel tosió hasta escupir sangre y se cubrió la boca, terriblemente adolorido por cada uno de los golpes. Su proxeneta no tuvo la más mínima consideración, lo iba a moler a golpes. Aunque su linda carita no podía ser desfigurada porque la necesitaba bastante. Se arrodilló ante él y tomó su mentón para subirlo a su altura y la araña lo observó con ojos llorosos. No podía más. Ya no podía soportarlo más.

—Mátame. No puedo seguir... Solo mátame.

Rogó con voz quebradiza, al menos para terminar con todo el sufrimiento que se avecinaría las próximas décadas sin parar. Su proxeneta lanzó una fuerte carcajada burlona, para luego negarle lentamente. Resultaba ser muy divertido cuando se lo proponía.

—Mi Angel, esto no es tan sencillo. Jamás vas a irte de aquí. Jamás verás el cielo otra vez, jamás verás a otras personas. Ahora mismo, eres un esclavo. Nunca podría regalarte la salida fácil, vivirás por mí y para mi, para siempre.

Lo soltó suavemente para luego secar esas lágrimas que estaban rodando por sus mejillas sin control. Valentino seguía sin entender como su pequeño había llegado a corromper su alma hasta llegar al punto de tener que sufrir tanto, pero en definitiva era su culpa desde el primer momento por involucrarse con una mierda tan grande como lo era Alastor.