Don't call me angel [ RadioDust ]

6°

—¿No es eso bueno? El poder de Alastor podría aniquilar a la mayoría de los ángeles.

Refutó Angel Dust tratando de darse cuenta de lo importante que sería esta vez el exterminio. No, sería algo más que eso, algo que en el infierno se convertiría en una revolución por ser un símbolo de rebeldía ante el paraíso, ante su gente. Si Alastor se volvía elemental en esa guerra, siendo uno de los demonios más poderosos del infierno, la suerte estaba de su lado.

Pero nadie conocía al verdadero demonio radio en realidad.

—No lo entiendes. No sabemos sus motivos, ni siquiera sabemos qué es lo que trama. En las décadas que lleva aquí, nunca intervino en los exterminios ni mucho menos en temas mayores que involucren a mi padre. Hasta me preocupa... que él...

Volvieron a hacer silencio ante la indirecta de Charlie, quien se angustió de solo pensarlo. Precisamente nadie lo conocía lo suficiente para saber su razón de luchar, no sabían si sería a su favor o que tipo de transfondo tenían sus intenciones. Angel recordó las alianzas y todos los sujetos con los que se acostó con tal de que estén en el bando de Alastor, eran fuertes, muy fuertes. Se incluían también demonios muy antiguos con un poderío incluso tal vez más jodido que el del propio demonio radio.

—Ya entiendo. Le voy a preguntar. Me debe un favor. Unos cuantos, creo.

No quería involucrarse de verdad en el asunto, pero ver a Charlie tan destrozada no lo hacía sentir bien y no quería pasar de ello aunque odiara admitirlo. Quería que le valiera mierda, pero... Si todo eso era cierto, Vaggie, Husk, demonios corrientes cercanos, socios... Y él mismo, podrían ser exterminados de la faz del infierno. Sin mencionar un asunto personal el cual comenzaba a joderle mucho de Alastor, su aparente falta de palabra a su trato.

—¿Vas a... preguntarle?

Por un momento un destello de luz iluminó los ojos de la rubia, mientras su pareja analizó dubitativa el semblante indiferente de Angel.

—Te va a arrancar todos los brazos.

Afirmó sin gracia, lo más seguro era que Alastor no quisiera que nadie se metiera en sus malditos asuntos. Menos todos los residentes del hotel, que eran su prioridad mínima ante una guerra revolucionaria que se avecinaba tan pronto. La araña colocó dos de sus brazos en su cintura y les asintió sin dudarlo.

—Charlie no se tiene que preocupar por el exterminio. Pero el resto de almas en pena como nosotros podríamos ser eliminados tranquilamente si la cantidad supera el triple de las anteriores veces.

Recordó su último encuentro con Alastor, toda su calma al hablar y la forma en como sus ojos brillaban con pasividad hacia él. Nunca lucía como si tuviera un problema importante y todo siempre parecía estar bajo su control. Le molestó que simplemente no dijera una palabra de lo que quería hacer siendo Angel el que prestaba su cuerpo y era esencial para sus alianzas con todos esos magnates y gente poderosa. Tranquilizó a las chicas, sonriendo un poco confiado y acomodándose sus cabellos rebeldes.

—No me quiero morir, otra vez. Así que si Alastor es partidario de esto en beneficio o en contra nuestra, me gustaría saber qué carajo está planeando. Porque vamos, no hará esto por el bien de la comunidad. Debe haber algo.