40°

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Alastor se paseó con gracia hasta el centro del escenario, chasqueó un par de veces sus dedos y las sombras de formas demoníacas se manifestaron como pequeños acompañantes de color negro. Y ubicado en el centro, apareció en su mano su báculo radiofónico, mientras con una gran sonrisa se llevó el micrófono cerca de sus labios. La melodía tocada por el sinfín de pequeños demonios oscuros y sonrientes se empezó a escuchar a lo largo y ancho del enorme trecho de demonios bajo el escenario, entonces todos los murmullos de acabaron y cada uno de los pecadores prestaron atención. ¡Era el demonio radio! Prestando sus servicios en un extraño evento desconocido con un fin y un propósito extraño. Sus ojos brillaron de forma espectral para comenzar a entonar con su voz una melodía vieja que era clásica de la década en la que había estado vivo como humano.

Paraíso, estoy en el paraíso...
Y mi corazón late tan fuerte que apenas puedo hablar.
Y parezco encontrar la felicidad que busco cuando estamos bailando juntos... mejilla con mejilla.

Alzó su brazo hacia su costado, logrando que sus pequeños demonios bailaran al compás de la canción. Pero nadie se esperó que la mismísima princesa del infierno surgiera desde las sombras con una apariencia mucho más agresiva y descomunal que de costumbre.

Charlie, vestida con un elegante traje rojo de primera clase, caminó con actitud y elegancia hacia Alastor. Sonrió a su gente con sus grandes colmillos y sus cuernos brillantes. Tomó la actitud adecuada porque al aproximarse a Alastor con valor e ímpetu, él redujo el espacio personal con ella y la sujetó de la cintura para comenzar a bailar lenta y sensualmente a la par de la canción. Volvió a acercar el micrófono a sus labios sin soltarla, mientras ella lo miraba con sus ojos rojos brillantes como rubíes y le sonreía de par en par sin olvidar ningún paso ensayado.

Las preocupaciones que atravieso a través de la semana, parecen desvanecerse como la suerte de un apostador. Cuando estamos juntos bailando... mejilla con mejilla.

La giró y ella mostró con gracia como su vestido se abría gracias a la suavidad y extensión de la tela. Al volver a su posición, tomó por los hombros a Alastor y ambos acercaron sus rostros lo suficiente para rozar sus pieles.

Entonces, Charlie se dio cuenta de que nadie en el público estaba riéndose o burlándose. Su actuación estaba impresionado a su gente. Su apariencia, su agresividad, todo estaba sirviendo de algo. Alastor la paseó por el escenario sin soltar su pequeña cintura, todos debían admirar su belleza como demonio de la realeza y, por eso, debía mostrar esa clase de actitud temeraria y apasionada.

¡Vamos, ven y baila conmigo!
Quiero que mis brazos te rodeen.
Tu encanto... me llevará al paraíso.

Totalmente guiada por Alastor, Charlie se sorprendió por la cercanía de sus cuerpos. Pero no dudó ni se mostró insegura. Abrazó su cuello y él la levantó para girarla y que el fuego de ambos se manifestara como una gran ráfaga anaranjada con brillos negros. Aún mirándose a los ojos, el ciervo le sonrió cada vez más, porque esa era la confianza que necesitaba. Una vez que terminó de pasear su elegante figura por todo el escenario, supo que había logrado revelar y desechar todos los miedos y nervios de la princesa. El público aún en silencio, admirando la gracia y los movimientos limpios de la pareja, solo se quedó quieto sin comprender bien la fijación y énfasis en las letras que hacían alusión al paraíso.

El telón bajó, para minutos después subir y que el claro sonido de un saxofón y unas trompetas aturdieran el silencio momentáneo del escenario vacío. La docena de demonios oscuros rodearon a Husk, quien reposaba en un asiento a un costado del escenario acompañando su solo de saxofón en el cual había trabajado duramente. Se estaba luciendo y la presión de cagarla se había desvanecido apenas había empezado a tocar.

Don't call me angel [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora