32°

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Alastor se volvió a manifestar de la nada misma dentro de la habitación de Angel Dust. Quien, apenas lo vio aparecer y sonreírle de par en par, lo observó desconfiado desde la punta de la cama y con sus cuatro brazos cruzados. Toda esa destrucción fue transmitida como por dos horas y quedarse mirando como todo su estudio se disolvía como polvo no había sido gracioso. En realidad, todo ese enorme teatro tampoco había sido gracioso, no quería que interviniera de esa forma.

¿Me quedé sin trabajo?

Alastor largó una pequeña carcajada y se sentó a su lado, rodeó sus hombros con su brazo y se acercó a él. Relató todo como si fuera una gran hazaña memorable de la cuál podía sentirse orgulloso. (En realidad si lo estaba)

¡Hubo muchos, cientos de heridos y destruí más o menos diez manzanas a la redonda!

Aclaró con su característico tono de locutor de radio y riendo un poco por lo satisfactorio que se había sentido humillar al imbécil de Valentino por televisión, esa clase de mierdas siempre se transmitían por todos lados. Angel arqueó una ceja con una expresión indignada, no estaban hablando el mismo idioma al parecer. Necesitaba una respuesta más que un interesante relato de como había humillado a su ex jefe. El ciervo lo soltó y reposó su mejilla en su mano, cerrando los ojos sin dejar de sonreír muy feliz por lo que acababa de hacer.

Si, te quedaste sin trabajo.

Angel se sostuvo la cabeza con ambas manos y largó un alarido de dolor ante toda la frustración que empezó a sentir de repente. La impotencia, el enojo. ¿Acaso Alastor pensaba que era divertido o un acto del cual podía estar orgulloso? ¡Las cosas no eran tan simples y no se podían arreglar destruyendo todo y dejándolo sin trabajo!

¿Y ahora como voy a conseguir dinero? ¡¿Y mis drogas?! ¡Ahora solo me queda prostituirme! ¡Y está bien pero no me pagan tan bien!

Se puso a pensar y analizar la cantidad de dinero que aún poseía e hizo cientos de cálculos mentales. Todas sus adicciones estaban costeadas por eso y, aunque la salida más fácil era vender su cuerpo, no era como estar en una agencia dónde le pagaban por cada grabación. Valentino era una mierda de persona, pero pagaba un buen precio a cambio de todo ese maltrato. Debió quedarse callado y aguantar todo como siempre, empezó a pensar que en realidad si era todo su culpa por abrir su boca y decir una cantidad impresionante de estupideces acerca de lo abrumado y triste que estaba. Debió solo guardarlo, como siempre.

Hay otras agencias.

Sonrió Alastor de buen humor sin hacerle una pizca de caso a su berrinche, el cual pensaba que no tenía importancia. No era consciente para nada de lo que acababa de destruir. Angel se indignó incluso más y siguió lamentándose en voz alta como si estuviera agonizando. También le irritaba mucho que Alastor no fuera consciente de la gravedad de su situación y de todo el espectáculo que había montado al destruir tanto el centro de la ciudad y sobre todo DEVORAR todas esas almas que no eran culpables de lo que estaba pasando.

¡La de Valentino era la mejor! ¡No debiste dejar que hablara! Sabía que debía ocultar mis asquerosas y desbordantes emociones, ¡Acabo de cagar todo!

Alastor no dejó de sonreír, tampoco se arrepintió de lo que hizo. Se puso de pie y tomó con delicadeza una de las manos de Angel, para levantarlo de su lugar y atraerlo a su cuerpo. Los lamentos y las quejas que no dejaban de surgir de su boca, pero se acabaron de un momento a otro. El ciervo le rodeó la cintura y lo pegó a su pecho y Angel lo miró a los ojos. Aún con su diferencia de altura se sentía insignificante y pequeño delante de Alastor, sintió como sus dedos firmes le acariciaban su delgada cintura y como con su mano contraria entrelazaba sus dedos con los de él. La araña corrió su mirada hacia un lado para perder el contacto visual, reposó sus manos inferiores en el pecho de Alastor, pero no quiso ser fácil. No como siempre, debía marcar un límite de vez en cuando.

Don't call me angel [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora