Abrió la puerta de su habitación, aún con partes de su cuerpo cubiertas por el polvo de los escombros de la última guerra por territorio que había tenido hace horas. Las luces de su habitación se encendieron y, apenas cerró la puerta con brusquedad, dio un par de pasos hacia su cama y se dejó caer como un peso muerto. Acomodó su rostro contra la almohada sin querer saber del resto del mundo por un milenio, estaba de mal humor por su desempeño tan flojo en una lucha que debería ser fácil. Su puntería había sido mediocre al igual que la mayor parte de sus reflejos arácnidos. Estaba mal y se sentía como un imbécil humillado y patético por quedar como un debilucho frente a su amiga. ¿En serio compartir su energía con Alastor lo dejaba como una araña pisoteada con las tripas afuera? No podía seguir permitiendo eso.
—¡Hola, querido ángel infernal! Vayamos al grano.
Su cuerpo fue girado de repente y sintió como unos brazos seguros y acogedores lo tomaban de la cintura. Apenas se dio cuenta en qué momento comenzaron a besarse con tanta desesperación. Él enredó sus brazos en el torso de Alastor con mucha necesidad de ser poseído para olvidar el mal rato que había pasado.
Se dejó llevar por el recibimiento tan eufórico, suspiró contra sus labios mientras el contrario presionaba sus dedos contra su espalda y lo acomodaba sobre su regazo con mucha facilidad al ser tan delgado y fácil de manejar. Pero, entonces, notó como una de las manos del demonio radio empezó a inmiscuirse por sus muslos internos, haciéndolo gemir un poco dentro del apasionado beso. Cuando empezó a acariciar sus partes más suaves y sensibles, abrió bien los ojos y lo apartó de un empujón. ¡No quería ser drenado y volvía a necesitar explicaciones!
—¡Espera un minuto!
Se cruzó de brazos y se sentó sobre la cama con bastante indignación y tratando de recuperar la compostura a la fuerza. Por el contrario, Alastor ladeaba la cabeza con su sonrisa siniestra y su líbido creciendo a mil por hora como si fuera un animal en celo. Se había encendido bastante al dominar su cuerpo y su lengua dentro de aquel beso, sus ojos brillaron de forma espectral y casi no notó que fue empujado con violencia, había sido como una brisa que apenas lo tocó. Sin embargo, Angel arqueó una ceja ante él, aún algo disgustado por la situación que había tenido que enfrentar hace unas horas.
—¿Me estás quitando maná? Dijiste que no lo necesitabas. ¿Sabes? Necesito fuerza, hoy casi no la cuento en una pelea territorial.
—Oh, ese pequeño tema.
Alastor rio levemente luego de tomar el mentón de Angel y levantarlo con un dedo para que lo mirara a los ojos. El contrario miró hacia un lado mordiéndose los labios. Odiaba que lo observara como si estuviera analizando su alma, además de que esa cercanía tan íntima también lo prendía mucho y no tenía mucha resistencia cuando se trataba de él. No quería ceder tan rápido, en serio necesitaba una explicación.
—No es que lo quiera o lo necesite. Pero...
Volvió a tomar las caderas de su Angel y lo depositó sobre la cama, él no pudo volver a darle una negativa y se aferró a la cintura de Alastor con sus brazos inferiores. Sus labios se acercaron poco a poco hasta volver a besarse con la misma ansia de querer devorarse mutuamente, entrelazando sus lenguas con tanto fuego y calor en aumento... como si jamás se hubieran tocado antes y murieran de ansiedad por el contrario. Su cercanía solo demostraba que sus líbidos estaban compenetrados y creciendo a la par cuando la energía de sus almas se fusionaba de esa manera tan lujuriosa y pasional.
Jadearon mientras los toqueteos iban en aumento, sintieron que la temperatura de la habitación era cada vez más alta, hasta llegar al punto en que sus pieles ardían. Cuando Angel sintió que Alastor tomaba su trasero con sus garras y empezaba a colar algunos dedos, gimió débilmente, separándose de su boca temblando a más no poder. Estaba tan duro con tan poca cosa, se avergonzaba de ser tan sensible cuando se trataban de sus manos que recorrían sus puntos más débiles.
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Don't call me angel [ RadioDust ]
FanfictionNo me digas que soy un ángel cuando soy un desastre. No lo digas cuando me quito la ropa. Sabes que a mí, no me gusta eso. Yo gano mi propio dinero y extiendo los cheques. Así que dí mi nombre con respeto. No puedes pagar mi precio. Estás estudiando...