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La noche apenas estaba terminando. No existía un sol, solo un cielo más rojizo que de costumbre que indicaba que estaba amaneciendo y que eran aproximadamente las seis de la mañana.

Caminó por bastante tiempo y, ya que no tenía que disimular su sonrisa y actitud con nadie, no dudó en reposar su espalda en la última puerta a la cual le tocaba llegar con un semblante de pocos amigos. Tocó el timbre antes y luego sacó la tarjeta del último cliente para chequearla.

"El más tranquilo de todos."

Y una carita feliz al final de la oración. ¿Alastor habría escrito eso al final de la tarjeta de presentación? Linda caligrafía. Aún así...

Según el recuento de horas de Angel, podía lidiar con los tres últimos clientes de élite un mismo día. Eran unas dos o tres horas con cada uno, cogían, una ducha y luego ir hasta el próximo. Ni siquiera tenían ubicaciones tan diferentes o tan lejanas entre si, era una zona privada y bastante cuidada del infierno.

"Viejos ricos."

De todas formas no salió como lo esperaba y suspiró cansado físicamente. Ya había ofrecido sus servicios a dos y no le ocupó dos horas cada uno. Sino unas cuatro o cinco porque esos viejos degenerados tenían toda clase de morbos raros que debía cumplir al pie de la letra. Dejó al más tranquilo para el final según la estúpida presentación de la tarjeta. Pero estaba cansado, con resaca y con sueño porque mientras ofrecía sus servicios se embriagó bastante, ellos no hacían más que ofrecerle alcohol.

¿Seis de la mañana? Maldijo un poco al ver el reloj de su celular, pensaba que lidiaría más fácilmente con esos viejos pervertidos. Pero le tomó más tiempo de lo que creía. Además, no pagaron tanto como hubiera querido, casi fue el precio de un cliente promedio por cada uno. Atinó a pensar en que Alastor solo quiso fastidiarlo para hacerlo quedar bien ante sus amigos.

Como sea. Termino con este y a dormir.

Escuchó algunos pasos provenientes del interior de la gótica morada de aires tétricos. Su cliente estaba por abrir la puerta, se apartó de esta de un salto y acomodó un poco su traje, tratando de tapar las heridas y chupones que tenía en la mayoría de las partes de su cuerpo.

No me va a tomar más de cinco minu-

Cuando se abrió la puerta, no pudo evitar abrir bien los ojos ante la presencia de su cliente. Un demonio oscuro, de contextura gorda y rasgos de oso pardo. Y de más de cuatro metros de altura. El demonio abominable con rasgos de oso y mirada de ojos rojos sintió su mirada brillar entre lujuria y desesperación al ver a Angel y querer poseer aquel pequeño y delgado cuerpo, destrozarlo y romperlo de todas las formas posibles.

Dust cayó en cuenta entonces...

"El más tranquilo. Que hijo de puta."

Le sonrió muy soberbio al gordo asqueroso que tenía en frente y, al acercarse, enredó sus cuatro brazos en lo que alcanzaba de su torso.

Buen día, grandulón. Soy tu perra a partir de ahora, así que puedes cogerme, azotarme, escupirme. Estoy a tus servicios, osito cariñoso.

Con su sonrisa maliciosa siguió envolviéndolo entre sus brazos. El ser gigante sonrió de la misma forma, largó un rugido medio gutural y asintió al oír sus palabras. Lo tomó de la cintura fuerte, casi rompiendo sus costillas, y lo jaló hacia él. Angel ignoró el dolor y siguió sonriendo perspicaz, sexy y coqueto ante las manos grandes y fuertes de ese horrendo y viejo oso demonio.

"Te voy a matar si no me paga mínimo para comprarme una mansión, Alastor."

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Don't call me angel [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora