36°

3.4K 427 100
                                    

La primera impresión no le causó mucho revuelo, Lucifer lo invitó a subir a aquel extraño ascensor de colores brillantes y luminosos. Espacioso, limpio, ¿Esa era la delicada conexión entre ambas tierras? Alastor entrecerró los ojos con su enorme sonrisa intacta, pasó hacia el interior con cautela y, entonces, Lucifer ingresó, para luego cerrar las puertas y que el mecanismo electrónico comenzara a realizar su trabajo. El demonio radio permaneció en silencio con la mirada quieta hacia un punto cualquiera, el rey del infierno le daba la espalda sin cruzar palabras. El ambiente era tenso desde su último encuentro, pero eran lo suficientemente maduros para conservar la calma en su complejo viaje hacia las tierras celestiales.

Alastor entonces sintió como la cabina vibraba, como si se tratara de una extraña turbulencia.

Y sucedió repentinamente, sin premeditarlo. El ciervo había escuchado ciertos rumores de que las almas humanas, al ascender, volvían a su forma más pura, a su momento exacto de fallecimiento y forma física original. Nunca creyó que eso pudiera sucederle a él, su cuerpo fue envuelvo por brillos blancos y un aura cálida y protectora. Las sombras que estaban en su interior se estremecieron, Alastor no se inmutó, se quedó de pie sin realizar ninguna clase de movimiento ni alarmarse. Era algo que no iba a poder evitar.

Fue un proceso de cortos segundos. Comparable a un viaje astral hacia otro mundo.

Las puertas del ascensor se abrieron de par en par y el característico sonido de la campanilla al llegar fue el indicador de que ya estaban en el paraíso. Alastor se vio en el reflejo del espejo a un costado de la puerta del ascensor. A pesar de que poseía su forma humana y las ropas que llevó al morir, sus pupilas rojas seguían brillando como si fuera un auténtico demonio.

Odio este lugar.

Sonrió cerrando los ojos y acomodándose un poco los anteojos que llevaba puestos. Lucifer lo miró girando un poco hacia atrás, sonrió al contemplar por primera vez su forma humana. Era increíble presenciar la esencia espiritual de un demonio tan fuerte, reducida al cuerpo mortal y frágil de un humano común y corriente.

Quién no. Pero descuida, aunque tengas esta forma, aún posees tu poder.

Respondió el rey del infierno casi en un susurro. Ambos salieron del ascensor a paso lento, se encontraban a poca distancia del palacio del señor de los cielos. Lucifer seguía recordando los pasajes, la jerarquía entre ángeles y las reglas estrictas a seguir si eras una conexión directa con Dios.

A medida que iban caminando, Alastor observó el camino luminoso rodeado de vegetación verde y animales en su estado más natural. Los ángeles de raza más pura estaban al borde del camino en fila, estoicos y con sus enormes lanzas en sus espaldas, vigilando como si se trataran de una amenaza asesina y no apartando la vista de ambos. Alastor les sonrió amable a cada uno, mientras sus ojos se volvían cada vez más rojos y brillantes.

Y odio a todos aquí.

Podía sentir su propia oscuridad removiéndose en su pecho, tal vez su forma humana parecía inofensiva pero si alguno de esos ángeles se atrevía a atacar, podía dar pelea sin lugar a dudas. Lucifer se quedó de pie frente a las grandes compuertas de madera del palacio al mismo tiempo que los dos guardias. Ángeles de más de cuatro metros de altura corroboraban su presencia y daban la orden de que abrieran las puertas para dejarlos ingresar al salón principal. El rey del infierno sonrió más astuto, indicándole con la mirada a Alastor que ingresara junto con él.

Tranquilo. Solo déjame hablar.

-----------------------

El demonio radio permaneció de pie detrás de Lucifer, escuchaba la acalorada charla sin intervenir. Solo se trataba de un guardia. Lo único que hacía era sonreírles de vez en cuando a los ángeles guardianes que lo miraban con cara de pocos amigos. Alastor solo se reía un poco cuando lo observaban con odio, podría ser el paraíso pero su doble moral era indiscutible. Le habían avisado a Lucifer que podía llevar un escolta, pero el mediador proveniente del paraíso llevaba como diez ángeles escolta. El ciervo sonrió algo divertido ante esa diferencia, ante el terrible miedo que poseían todos ellos hacia Lucifer y hacia cualquier demonio.

Don't call me angel [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora