35°

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Aquel día, Angel Dust ingresó por la puerta principal del hotel luego de salir en la noche con su mejor amiga. Una noche relativamente tranquila, habían tenido suficiente tiempo para festejar el nuevo dominio territorial de Cherri.

Apenas entró, Alastor parecía hablar con Charlie y Vaggie al pie de las escaleras delanteras. Se giró hacia atrás y apenas vio a su Angel, le sonrió con cariño. La araña se quedó extrañado ante el repentino gesto, las chicas se veían algo preocupadas por lo que fuera que estuvieran hablando, pero no pudo poner más atención a aquella escena. Alastor caminó hacia él y, sin dejar de sonreírle, se quedó de pie frente a él, picando su mejilla con su dedo indice.

Debo irme, cielo. No vendré en un laaargo tiempo. Perdón que sea tan de repente.

Angel parpadeó confundido y luego arqueó una ceja con desconfianza ante esa extraña información proveniente de la nada. Además de que nunca había mencionado que se iría de viaje o lo que fuera, desde que lo conocía siempre rondaba cerca del hotel o en asuntos raros que no quería preguntar.

¿A dónde vas?

Preguntó con demasiadas dudas en su mente, a lo que Alastor largó una pequeña carcajada y lo miró a los ojos muy seguro de si mismo.

Al paraíso, para siempre.

Crack.

Angel se quedó tan congelado que podría jurar que su rostro se deformó en horror puro y algo se rompió. No controló su expresión, su miedo, casi se ahogó de la angustia que le había atravesado el pecho como una fría pero contundente puñalada de amargura. Fue una patada en la cara o un puñetazo en el estómago, algo definitivamente lo golpeó tan duro que se iba a poner a llorar. Pero Alastor se puso a reír tan fuerte apenas vio esa expresión llena de pánico que no pudo mantener la broma, le negó con una mano como si fuera lo más entretenido del mundo.

¡JAJA! ¡Claro que no! Vendré mañana. Debiste ver tu cara, como si me hubiera muerto o algo.

Se siguió riendo tan divertido por la escena, Angel se enojó al instante y golpeó su hombro con su puño cosa que ni siquiera inmutó a Alastor, que se seguía partiendo de la risa. La araña frunció el ceño muy indignado y gruñó demasiado molesto, era un estúpido de mierda que lo hacía entrar en pánico tan fácilmente. Cómo si fuera su maldito juguete o algo.

¡No me asustes!

Alastor se dejó de reír muy de a poco y se secó una pequeña lágrima de su ojo. Ah, esa araña era todo un caso. Lo veía tan molesto que se enterneció, en serio se preocupaba mucho por él y en serio lo quería demasiado... El demonio radio rodeó su cuerpo con sus brazos y lo apegó a su cuerpo, mientras Angel cerró sus ojos aún algo ofendido. Aún así, correspondió el abrazo con sus cuatro brazos y bajó su cabeza para acariciar la mejilla de Alastor con la suya propia.

Dime porqué vas allí.

Murmuró tratando de mantener su orgullo intacto, suspiró muy sensible cuando Alastor acarició su espalda y su cintura, sus caricias gentiles lo tenían tan sumiso que todo el enojo desaparecía en cuestión de segundos cada vez que lo premiaba con mimos y ternura. El ciervo acercó sus labios a su costado y susurró la respuesta a sus inquietudes para que no todos pudieran escuchar lo que estaba pasando verdaderamente. Confiaba en Angel y en su capacidad de guardar secretos íntimos, se había ganado toda su confianza.

Lo siento, arañita. Tengo que ir con Lucifer para tratar algunas cosas. Los demonios más fuertes del infierno fueron exterminados, hay muchos problemas. Pero solo iré a cuidar las espaldas del rey, debo vigilar que nadie se pase de listo. No será algo largo.

Lo apretó fuerte al oírlo, algo en el alma de Angel se estremeció en amargura cuando lo escuchó explicar las cuestiones importantes que iban a tratar en el paraíso. Temía que fuera capaz de hacer cosas muy malas y que no saliera de vivo de allá arriba. Alastor se separó un poco de su cuerpo, le tomó el mentón con una mano y le sonrió malicioso, sabía que estaba pensando demasiado y se preocupaba por él. Pero quería calmarlo para que no se sintiera mal, odiaba verlo triste.

Apenas vuelva tendremos una cita e iremos a beber whisky fuera de aquí, ¿Te parece? ¡Ponte muy guapo! ¡Más de lo que eres!

Le siguió sonriendo para tratar de transmitirle su entusiasmo y carisma. Pero Angel no cambió su semblante preocupado y triste... con sus brazos inferiores se seguía aferrando a la cintura de Alastor, como si de alguna forma silenciosa tuviera miedo de dejarlo ir. Se sintió tan estúpido y débil ante sus sentimientos por el demonio radio, pensó en que si alguien le hacía daño o si no volvía, se volvería loco... No podía lidiar ni siquiera con ese pensamiento, le hacía tanto daño...

Vamos, no quiero que te preocupes por mi. Todo estará bien.

Susurró nuevamente el demonio radio, esta vez tomando su rostro entre sus garras y acariciando sus mejillas con sus pulgares. Era tan suave... Su interior se sentía abrumado por su belleza natural, pero al mismo tiempo, compartían tanta energía espiritual que las emociones negativas y amargas de Angel eran imposibles de ignorar ya que sus almas estaban muy entrelazadas, cosa que también involucraba sentimientos. Percibió su preocupación y tristeza, él tenía miedo de que su vida volviera a correr peligro y lo dejara solo.

Angel decidió confiar y le terminó sonriendo a pesar de todos sus miedos, tenía que ser fuerte por él. Sabía que sus emociones humanas estaban conectadas con su alma y no podía permitir que todo lo malo también fuera transmitido hacia Alastor.

Confío en ti.

Bajo su sorpresa, luego de murmurar aquellas palabras, Alastor tomó su cuerpo entre sus brazos y lo inclinó hacia abajo para luego besar sus labios con tanta ímpetu y emoción... En medio del hotel, en frente de todos. Todos los que estaban presentes se quedaron mirando aquella escena tan fresca, libre, cariñosa.

Fue la primera vez que Angel sintió que esas apasionadas emociones eran correspondidas con la misma intensidad y fuego. No tenía vergüenza de ocultarlo e ir más allá, era como si presumiera que los sentimientos de amor y cariño podían surgir entre demonios tan diferentes en medio de todo el caos del infierno.

Envolvió sus brazos alrededor de su cuello, ambos cerraron sus ojos para que sus sentidos aumentaran aún más las sensaciones. A los pocos segundos se separaron y Alastor soltó lentamente su cuerpo para dirigirse a la puerta y darle una última mirada a su precioso Angel, quien se le quedó mirando con sus mejillas ardiendo de lo intenso y hermoso que se había sentido estar entre sus brazos y besarlo de esa forma.

¡Nos vemos, bebé! ¡Cuida a las chicas mientras no estoy!

Don't call me angel [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora