Capítulo 1: El principio

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"Corre, simplemente corre Maia. Corre como si no hubiera un mañana, da igual la forma en la que lo hagas, solo hazlo. O si no esas bestias acabarán contigo en miles de pedacitos."

¿Qué de quién corría?

Hacía tres años todo estaba completamente bien y correcto. Bueno, todo lo bien que podía ir con el calentamiento global, o sea que la Tierra iba tirando. Pero todo eso cambió cuando los vampiros decidieron salir de la sombras y tomar el maldito control. ¿Por qué? Nadie lo sabe, igual se cansaron de lo mal que lo estábamos llevando nosotros.

De igual manera, todo a partir de ahí cambió por completo. La electricidad desapareció en todos los países de todo el mundo, tan solo había la justa, claramente para ellos. Bueno, aunque nosotros habíamos logrado encontrar un generador que nos proporcionaba la electricidad suficiente.

Pero la cosa no acababa ahí, existían diferentes tipos de vampiros. ¿Cómo era eso posible? Bueno, como en todas sociedades, siempre tiene que haber una cadena de mando, ¿no? Pues al parecer existian tres tipos de vampiros o eso intuimos; los de puro instinto, los que pertenecían al ejército y por último, la realeza.

Estos primeros actuaban por puro placer, es decir, los que parecían los antiguos zombies que aparecían en las películas. Casi siempre actuaban en horda o algo parecido, casi nunca te encontrarías a uno solo.

El ejército era una especie de organización de vampiros, los cuales, bueno, no eran tan tontos como los primeros, pero no podían pertenecer al trozo superior de la cadena. Se encargaban de capturar a todo ser humano que pillaban, los llevaban a centros donde les tenían como ratas de laboratorio. Otros tenían suerte y tan solo servían como donantes de sangre. Pero los que no, bueno, digamos que no era muy agradable que te extirparan ojos, dientes, brazos o lo que sea, con fines, como ellos lo llamaban, "descubrir formas de tortura".
Si te topabas con la patrulla de la muerte, ya podías correr por tu vida. Pero la cruda realidad era que escapar de ellos era una tarea demasiado complicada.

Por último, estaba la realeza. Ningún humano que los hubiera visto, hubiera salido con vida de ese encuentro. ¿Por qué? Uno, porque eran vampiros y su instinto primitivo era acabar con nosotros. Y dos, porque querían pertenecer en las sombras.

"¿Qué como sabíamos que existían?" Las tropas del ejército se encargaron de hacérnoslo saber cuando todo comenzó.

Era el 6 de julio de 2023. Yo tenía 21 años cuando todo comenzó. Acababa de graduarme en la universidad de psicología de San Francisco. ¿Para que me valieron todos los años que estudié? Para nada, una semana después de recibir la orla, comenzaron a sonar todas las alarmas de la ciudad, concretamente a las nueve de la mañana. Todos pensaron que se avecinaba un terremoto, pero no fue así. Unas dos horas después de que el gobierno descubriera que había sido tan solo una falsa alarma, los que creíamos que eran humanos comenzaron a morder a otros.
A mi me pilló en mi casa, por lo que pude encerrarme y vivir ahí unas tres semanas más, pero la comida empezó a escasear, por lo que me vi obligada a salir a la calle.

Nunca olvidaré lo primero que vi nada más salir por la puerta principal de mi edificio. Numerosos cuerpos ensangrentados tirados por el suelo, sangre por todos lados.
Fue ahí cuando conocí a mi primer vampiro, tuve suerte y ese se había despistado de su grupo. Nada más verlo, intenté cerrar la puerta, pero era demasiado fuerte. Menos mal, que de la nada, aparecieron Sam y Carlos, que acabaron con él rápidamente. Ellos me enseñaron a cómo defenderse de ellos y a matarlos, porque si, claramente había que matarlos.

Sam murió un año después, fue atrapado por la guardia vampírica cuando salió a por suministros.  Estábamos esperándole en la azotea del edificio de enfrente. Nunca más volvimos a verle, ni a saber de él. El ejército cuentaba con trajes especiales que les permitían poder salir a la luz del sol y no morir en el intento, convirtiéndoles así, en armas andantes.

Ya habían pasado tres años de eso. Vivíamos en un edificio abandonado, el cual estaba equipado con luces ultravioleta para matar a los vampiros. Junto con Carlos, estaba Sara, una mujer que habíamos recogido en un ataque hace ya medio año. Otro era Josh, un adolescente que logramos salvar de las manos del ejército cuando se lo estaban llevando a la granja de donación. Y por último, estaba Elicia, una médica que vino en busca de ayuda cuando su grupo quería entregarla al ejército porque le encontraban irrelevante.

En ese instante, me encontraba corriendo hacia ese lugar, huyendo de la horda de vampiros antes mencionada. Y no es que corrieran poco, la verdad.

-¡¡Abrir la puerta!!-grité para que me oyeran. Nada más hacerlo, las puertas gigantes de la fábrica se abrieron, dando paso al pasillo lleno de luces ultravioleta.-¡¡Encenderlo!!-volví a gritar cuando noté que los seis vampiros que me seguían habían entrado por completo.

Me cubrí los ojos con las manos y espere a que los gritos de dolor, por parte de los vampiros, desaparecieran. Las luces se apagaron justo cuando los gritos cesaron, dando lugar a las pequeñas luces normales que teníamos.

-¿A quién se le ocurre salir por la noche?-preguntó Carlos cuando llegó hasta mi.

-Necesitábamos comida.-le contesté subiendo los hombros.-Y lo sabes.

-Si, pero no tenias que haber ido sola.-siguió llevándome la contraria.

-Yo podía haber ido contigo.-dijo Josh después de llegar corriendo entusiasmado, segundos después apareció Elicia con un botiquín de primeros auxilios.

-Tienes 16 años, ni pienses que te voy a dejar salir de noche.-le contesté revolviéndole un poco el pelo.

-Pero...-iba a protestar pero le paré enseguida.

-Anda venga, ayúdanos a inspeccionar los cuerpos.-siempre lo hacíamos, quien sabe si vampiro puede tener algo importante.

-¿No te han mordido, no?-preguntó Elicia preocupada.

-No, tranquila.-le contesté para que se tranquilizara.

-De todas formas, no vuelvas a salir sin avisarnos.-me dijo Carlos señalándome con el dedo.

-¿Qué es esto?-preguntó Josh con una tarjeta en la mano.

-Eso, amigo mío, es algo importante.-le contestó Carlos mientras le quitaba la tarjeta.

-¿Es lo que creo qué es?-le pregunté entusiasmada.

-Así es, Maia, así es.-me contestó chocando los cinco.-Es lo que nos permitirá entrar a las instalaciones de la granja.-la habíamos buscado por meses, ese vampiro se lo debió robar a algún soldado cuando aún era humano.




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