Capítulo 28

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Azize suspiró mirando la nada cuando su suegra le extendió el plato de comida para que alimentara a Ali Kemal, Yildiz estaba en sus brazos y ella no parecía poder concentrarse en la realidad.

-Hija...- le dijo- te he visto apesadumbrada estos días... ¿acaso pasó algo que yo no se?

-¿Qué? - dijo Azize como si de repente se diera cuenta de que le estaban hablando.

-¿Te pasa algo, querida? Estás muy distraída... preocupada... ¿pasó algo en el hospital?

-No es nada... solo mucho trabajo... probablemente tenga que quedarme a pasar la noche hoy... porque tendría que irme tarde y volver temprano...

-Entiendo... no te preocupes que yo me quedaré con los niños así puedes hacer tu trabajo...

-Gracias madre...

-¿Quieres ir a descansar? Se te ve algo pálida y así podrás reponerte...-le dijo y Azize asintió y sonrió agradecida.

-Creo que iré a recostarme...- le dijo y le entregó a la niña, que se acomodó en los brazos de su abuela casi inmediatamente y eso provocó otra sonrisa en Azize.

Subió las escaleras con algo de pesadez. Se recostó en la cama y luego se inclinó y buscó en su mesa de noche un libro que estaba leyendo tiempo atrás.

Entre sus hojas, encontró el mensaje que le había llegado de Cevdet hacía unos días y sintió lágrimas en sus ojos.

Decir que lo echaba de menos era recién comenzar a describir como se sentía. Era como si tuviera todo el peso sobre su corazón y también se sentía culpable de no poder decirle nada a su suegra...

Lo peor de todo era que él le había hecho llegar ese mensaje, pero ella no podía estar segura de que aún siguiera bien... y eso le daba vueltas en la cabeza todos esos días...

Había pensado en buscarlo, seguir su rastro, pero luego se dio cuenta de que sería peligroso y que probablemente, si llegaba a encontrarlo, cosa que no era muy probable, en lugar de ayudarlo, terminaría hundiéndolo...

Se quedó dormida un buen rato y cuando despertó, Hasibe le había preparado algo para almorzar y se apuró para ir a trabajar.

Pensó en pasar a ver a Tevfik, pero estaba segura de que, si él hubiese tenido alguna novedad, la habría ido a ver...

El día se le hizo eterno y aunque no estaba tan cansada decidió tomar un poco de aire, se tomó su tiempo porque por suerte, el sol se había puesto y aún no hacía frío.

Caminó lentamente, pensativa por la calle casi vacía y en un momento, creyó oír que alguien la llamaba y cuando giró para ver de quién se trataba sintió que alguien la tomaba por detrás y colocaba una mano sobre su boca para que no gritara.

Sintió pánico de que esto tuviera que ver con Cevdet y se dejó llevar, empujada por su captor hasta un callejón oscuro.

-Azize, soy yo...- dijo Cevdet en su oído y luego la soltó y ella se quedó petrificada mirándolo. Estaba todo vestido de negro y solo se le veían esos ojos que ella había aprendido a amar tanto...

-¿Cevdet? ¿Qué pasó? - le preguntó todavía temblando.

-Pasa que no puedo... no puedo estar alejado de ti... de mis hijos...- dijo y la tomó en sus brazos, mirándola de cerca- quería verte... pero no puedo ir a casa... y decidí que al menos quería abrazarte un momento... sentir tu aroma...

-Cevdet...- le dijo con lágrimas en los ojos- necesito que vuelvas... te necesito, mi héroe...

-Lo sé... yo también, querida... te lo juro...- le dijo acariciando su cara- solo quería decirte que estoy bien...

Érase una vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora