Salieron de casa para despedirse de los padres del menor que estaban montándose en el coche. Una vez entraron dentro, esperaron unos minutos para comprobar que se habían ido de verdad.
Caminaron hasta su habitación y sentó al menor sobre su regazo. Hyuk Jae estaba bastante serio y apretaba los pequeños muslos de Hee Chul muy nervioso.
—¿Qué vamos a hacer si nos descubren? —preguntó Hyuk Jae irrumpiendo el incómodo silencio de la sala.
—Ya nos habrían dicho algo en el caso de que nos hubiesen pillado, ¿no lo crees?
Hee Chul le mordió la mejilla jugando y Hyuk Jae respiró profundamente. Movió sus manos hasta los muslos internos al mismo tiempo que se acercaba a su oído para soltar un caliente suspiro y susurrar con sensualidad.
—No creas que esto se va a quedar así.
Hyuk Jae le giró para tenerle de frente en su regazo. Movió las manos hasta su cinturón que lo empezó a abrir lentamente. Hee Chul mordía sus labios y se dejaba desnudar.
Con muchas ansias de sentir el cuerpo ajeno, Hyuk Jae no tardó mucho tiempo en tumbar a Hee Chul en el colchón y despojarle de todas sus ropas.
—Alguien... Está muy ansioso... —murmuró entre jadeos viendo como Hyuk Jae se empezaba también a quitar la ropa con rapidez.
—Hace igual dos semanas que no nos dejan solos... Claro que estoy ansioso...
Hee Chul abrió las piernas para que él pudiese colocarse entre ellas, pero Hyuk Jae decidió jugar un poco y no darle lo que quería tan rápido. Movió sus caderas para que sus miembros hiciesen fricción mientras los labios de ambos se peleaban por dominar el fiero beso que estaban compartiendo.
Al separarse del beso, Hyuk Jae empezó a acariciarle la clavícula y el cuello brindándole algunos chupetones y mordiscos. Hyuk Jae le dejó un embiste a la vez que un mordisco en su pezón.
Hee Chul ahogó un gemido y clavó las uñas en sus omóplatos. Alzó su cabeza mordiéndose el labio. Hyuk Jae le dio una más esperando a que no ahogase el gemido, pero lo volvió a hacer.
Hee Chul también estaba jugando. Sabía que aunque a Hyuk Jae le gustasen sus gemidos ahogados, le gustaban todavía más sus gemidos profundos.
Sin embargo, Hee Chul sabía que no tardaría mucho en que su cabeza se empezase a nublar y empezase a dejar de ahogar los gemidos. Las embestidas de Hyuk Jae sobre su miembro eran cada vez más seguidas y rápidas.
—¡Hyukkie...! —gimió placenteramente y aferrándose a su cintura.
—Buen chico... —Hyuk Jae se empujó con fuerza en su interior haciendo que el menor se tensase todavía más.
Ambos querían una tarde larga y llena de orgasmos, pero sabía que tenían que andar con cuidado de que sus padres no les pillasen.
Lo que ellos no sabían era que en su habitación había una cámara grabando en aquellos momentos y otros dos hombres más disfrutando de su espectáculo.
—¿Tú crees que ellos dos son conscientes de las cámaras...?
—Si lo supiesen... No seguirían follando en esa habitación...
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