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Solo la luna, las estrellas y la cama eran testigos de la plena unión carnal y de la aventura pasional que cada noche tenían. Ante ojos ajenos todo era incorrecto, pero como bien se sabe, lo prohibido se disfruta más.

Hee Chul enterraba las uñas en la espalda de su alfa que gruñía contra su oído mientras que agarraba posesivamente sus caderas. A pesar de tener encuentros muy seguidos, Hyuk Jae se sentía con mucha más ansia de lo normal.

Hee Chul apresó su cintura con las piernas apegándole más a su cuerpo. Hyuk Jae empezó a lamerle las marcas ajenas que tenía en el cuello. Acto después, empezó a acariciarlas con sus dedos.

—No me importa que tengas sus marcas en tu cuello... Por tenerlas no significa que seas suyo... Espero que... Algún día lleves las mías...

El alfa sentía que era un privilegiado por poder disfrutar también de su cuerpo. Sabía que su pareja actual era algo posesiva, sin embargo, no era consciente de esta aventura que los dos tenían. Al ser el mayordomo, era común y comprensible para él que estuviese cerca de su amo.

—Ya sabes... El problema que hay... —murmuró jadeando y acercándole más si podía—. Por ahora no puedo... Dejarle... Es Complicado

Hyuk Jae bajó las manos hasta su barriga para acariciarla despacio. Le miró relamiéndose los labios, pero con un deje de ternura también. El pequeño regalo que llevaba en su interior era lo único que podría hacerle sospechar.

—Deberías decírselo antes de que esto empiece a crecer... —bajó un instante para besarle la barriga—. No sea que vaya a pensar que este hijo es suyo...

—Lo sé... —asintió gimiendo sin parar y entrecerrando los ojos por el inmenso placer que le estaba dando—.  Se lo diré... Cuando la situación entre ambos esté mejor...

El alfa se ensañó con sus redondos y rosados pezones. Según el omega, le gustaba mucho cuando jugaba con ellos, ya que su pareja actual no le prestaba tanta atención como él lo hacía.

Sin previo aviso entró con la fuerza y la intensidad que él gustaba. Hee Chul se tensó mucho y gritó con fuerza. Cuando estaba en su estado de celo era mucho más sensible.

—No puedo esperar... —gruñó de nuevo empujándose con fuerza en su interior—. A que este cuello lleve mis marcas... Y que tu precioso cuerpo sea mío... Y solo mío...

Hyuk Jae empezó a dejar besos y a pasar su lengua por la zona que no había marcas. Hizo grandes esfuerzos por no marcarlo, pero el dulce y atrayente aroma que el omega desprendía le incitaba a hacer cosas que sabía que no podía hacer.

ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora