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Ese día Hee Chul había estado más mañoso de lo habitual. Se estaba paseando adrede para que su pareja le hiciese caso. Tenía unas ganas inmensas de follar y no quería satisfacerse con sus dildos teniendo a su hombre, Hyuk Jae, en casa y a su entera disposición.

A pesar de eso no le podía dar mucha atención porque estaba muy ocupado con el trabajo que tenía que terminar en casa. Con un fuerte suspiro se dirigió hasta el cuarto con un juguete en la mano. Al abrir la puerta le encontró concentrado delante de su ordenador.

Sin decir nada se sentó en la silla que tenía enfrente y abrió sus piernas. No hubo mucho problema para que pudiese abrir las puertas e introducir el dildo lentamente. La habitación se llenó de suspiros, de gemidos y su pecho agitado que subía bajaba sin parar por el esfuerzo que estaba haciendo por respirar mientras sus paredes comían aquel juguete.

Todo esto estaba sucediendo bajo la oscura mirada de Hyuk Jae que reaccionó finalmente a sus provocaciones poniéndose en pie antes de quitarse las gafas y empezar a abrirse la camisa que llevaba.

—Muy bien cariño, tú lo has querido, juguemos si es lo que quieres.

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