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Aquella pareja se encontraba corriendo fuera de aquel edificio donde habían estado encerrados por al menos dos horas, aunque hubiese alguna opción más viable para huir, en aquel momento no consiguieron llegar a otra que encender la alarma de los incendios. Todos los que se encontraban en el edificio estaban asustados y confundidos.

Cuando llegaron al vehículo de Hee Chul lo primero que hicieron fue subirse, encenderlo y arrancar sin ningún rumbo. Cuando ya estuvieron lejos y todo estaba más tranquilo se pusieron los cinturones de seguridad y Hyuk Jae se deshizo de su corbata. Se sintió un poco más aliviado y finalmente pudo respirar profundamente.

Mientras tanto, Hee Chul encendió un cigarrillo. Hyuk Jae le pidió una calada ya que él también se sentía muy nervioso. No hubo una respuesta, solo se lo pasó. El otro chico dio una gran calada y lo retuvo en su boca durante algunos segundos antes de hacerle una seña al hombre para que se acercase. Juntaron sus labios y él le pasó el humo a la vez que le besaba. Poco a poco el beso fue volviéndose más apasionado, dejando que pequeños restos de humo se escapasen después de los largos suspiros que ambos soltaban.

El cinturón de Hyuk Jae fue desatado para que pudiese posarse sobre el pecho de Hee Chul. Poco a poco los besos fueron bajando en dirección hasta su cuello de una forma húmedo, sucia y fuerte. Su cuerpo empezó a estremecerse y su miembro se empezó a endurecer mucho antes de lo que pensaba.

Una de las manos de Hee Chul se había colado sagazmente bajo su apretado traje negro para seguir estimulando esa pequeña erección. Definitivamente, encender aquella alarma había sido lo mejor que pudo haber hecho nunca.

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