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Aquella pijamada transcurría normal, ambos se encontraban sobre aquel cómodo sillón compartiendo un gran bol de palomitas que reposaba sobre las piernas de Hee Chul. Ambos estaban concentrados en aquella película romántica que disfrutaban en plena madrugada cuando de repente la mano de Hyuk Jae en un intento de coger un puñado de ese snack dio una suave palmada al muslo de Hee Chul y se quedó durante unos cuantos segundos agarrándole.

A pesar de que aquel contacto no había sido gran cosa sintió como sus mejillas comenzaban a teñirse de rojo. Bajó su mirada, bastante nervioso y se disculpó con él por aquella situación.

—Lo siento... -dijo al mismo tiempo que alejó su mano con velocidad.

Sin embargo, a los pocos segundos sintió un escalofrío recorrer toda su espina dorsal cuando la mano de él estaba de nuevo sobre el muslo de Hee Chul, esta vez no era por error, él mismo había vuelto a posar su mano sobre aquel grueso, pero carnoso muslo. Sus miradas se conectaron y sintió como la mirada de Hee Chul le invitaba a devorar cada parte de su cuerpo. Él se mordía el labio inferior con mucha sensualidad a la vez que hacía lentos movimientos con su cuerpo, actuando de una forma coqueta.

Hyuk Jae no le hizo esperar mucho más, y al poco tiempo, Hee Chul ya estaba sentado sobre el regazo de él y probaba cada milímetro de aquellos cálidos y rechonchos labios a los que tantas ganas tenía. Las lenguas de los dos peleaban por ver quién dominaba el beso y sus manos inquietas dejaban apretones en las entrepiernas del otro chico.

Los gemidos que ambos iban soltando eran silenciados por los besos que iban acompañados con pequeños mordiscos y chupetones.

—Déjame probar cada milímetro de tu suave cuerpo, cariño... —murmuró Hyuk Jae antes de tumbarle sobre el sofá y colocarse entre sus piernas.

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