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El hombre tecleaba algo en su ordenador con sus gafas puestas. Se encontraba bastante relajado escribiendo su próxima novela erotica hasta que su novio entró al cuarto.

—Han llegado más cartas —gruñó él arrugando la nariz con mucha molestia.

—¿Las has abierto? —preguntó sin despegar la vista de su ordenador.

Al darse cuenta de que seguía sin mirarle, Hee Chul decidió dar un fuerte pisotón para que le hiciese caso. Hyuk Jae alzó una ceja al ver aquella reacción y le miró por unos segundos.

—Pues claro, esas persona siguen diciéndote cosas que no deberían desde hace muchos, muchos días —le informó mientras refunfuñaba.

Hyuk Jae se levantó del escritorio y se acercó a Hee Chul cogiéndole por la cintura. Aspiró su aroma al acercarse a su nuca y rozó los labios lentamente.

—¿Tengo que recordarte quién es mi prometido? ¿Tengo que recordarte que la inspiración para esos escritos es gracias a este maravilloso culo? ¿Qué la única persona a la que me quiero follar y hacerle saber cuando le deseo eres tú?

Mientras Hyuk Jae hablaba, la espalda de Hee Chul terminó chocando contra la pared y siendo acorralado. Hyuk Jae no perdió ni un segundo más y aprovechó para alzarle por los muslos y cargarle.

Hee Chul enredó sus piernas al rededor de su cintura y movió un poco la pelvis para que sus cuerpos empezasen a frotarse. Sus rostros estaban tan cerca que podían sentir la respiración del otro.

—O... ¿Necesitas que te lo recuerde y folle aquí y ahora para demostrártelo...?

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