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Un domingo cualquiera, una tarde tonta sin ningún plan a la vista de invierno, le llegó a Hyuk Jae un mensaje imprevisto. "Hola, guapo, ¿qué haces?" A pesar de los meses sin haber sabido de Hee Chul, hace unos días que le tenía en la cabeza y le podían las ganas de volver a sentir lo mismo que esos dos meses de desenfreno. Dejó de lado el primer sentimiento de rencor y decidió empezar a seguirle el juego. "Nada, aquí, solo, pensando en ti..."

No por manido dejó de funcionar el truco y en poco más de una hora llegó a su casa. Al verle se dio cuenta de que le había hecho caso y se había dejado crecer un poco el pelo. Hyuk Jae no tenía la menor duda en que el pelo largo le sentaría bien. De la misma manera que la camisa de rayas y el tejano oscuro que llevaba.

A Hyuk Jae le preocupaba de qué hablarían al llegar pero no le dijo nada más que un "hola" antes de sonreír y besarle como la primera vez. Su lengua seguía acompasada con la suya como si no hubiera pasado el tiempo desde que sincronizaron sus mecanismos.

Las manos de Hee Chul fueron directas a su culo. La intensidad no tardó en subir y enseguida le empezó a sobra la ropa. Su chaquetón se quedó tirado en la silla de la entrada y, aun así, Hyuk Jae estaba en aparente desventaja: el fino camisón de tul no alcanzaba a esconder el conjunto negro. Una de sus manos recorría el borde de la tanga de encaje y descendía lentamente hasta su entrada.

Entre jadeos, Hyuk Jae detuvo los besos, dio un paso atrás y le miró fijamente a los ojos mientras empezaba a quitarse el camisón con parsimonia. Hee Chul extendió su mano para que se lo entregase y, rompiendo la costumbre hasta aquel día, lo hizo. Sus ojos se abrieron y sonrió, lo olió aspirando su aroma y su expresión cambió. Desde aquel momento ya era la máquina de follar que tanto había echado de menos.

Entre más pasos lentos y besos apasionados y húmedos llegaron a la cama los dos juntos. Mientras le miraba con una sonrisa llena de malicia, Hee Chul se puso el camisón de Hyuk Jae como siempre solía desde que descubrió que le gustaba llevar ese tipo de prenda. Sin embargo a Hyuk Jae le
sorprendió bastante la primera vez. Era la primera vez que había visto a un hombre en la cama ponérselo.

Hyuk Jae sentía demasiadas ganas de sentirle una vez más, por lo que no tardó mucho tiempo en quitárselo. Después de eso, atendió a su masculinidad desnuda. Cada vez que la veía, no hacía otra cosa que metérsela en la boca. Se arrodilló ante su miembro y sonrió con sensualidad sin perder contacto visual. Sabía que eso le encantaba y a Hyuk Jae le hacía sentir poderoso.

Empezó como si fuese un ritual ya, con besos rápidos a lo largo de su anatomía y, poco a poco, se imponía la verticalidad. Descendió hasta alcanzar sus testículos y se recreó en la costura entre los dos antes de introducirlos en la boca y comenzar a chupar. Hee Chul emitió un gemido y Hyuk Jae sonrió por dentro: él había ganado el primer asalto.

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