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Hyuk Jae esperaba con mucha impaciencia a que su marido Hee Chul regresase del trabajo. Esta vez no era como otras, él había estado un mes y tres semanas fuera por asuntos del trabajo en Europa. Para que no se aburriese, Hee Chul le regaló un dildo antes de irse, con eso podría ayudarle a satisfacerse mientras él estuviese ausente.

Hee Chul intentaba llamarle cuando era de noche en Corea, pero no siempre podía y era cuando le mandaba audios con gemidos de él muy desesperado. Justo como los que le estaba mandando en aquel momento. Probablemente estaría en el avión y no los pudiese oír hasta que aterrizase, pero le daba igual, pensar que estaba haciendo eso le excitaba aún más. Al mismo tiempo también le hacía sentirse más desesperado.

Hyuk Jae empujaba el dildo con mucha fuerza para que llegase a su ansiado punto dulce, pero no era lo mismo. Cuando era su marido le gustaba mucho más. Un simple trozo de plástico no podía compararse con el pene de él.

El sonido que producían sus desesperados gemidos eran lo único que llenaban el ambiente. Solo lo hacía con el único propósito de que en el momento en el que Hee Chul volviese le escuchase y se calentase tanto que lo primero que haría sería empotrarle contra una pared. Lo que Hyuk Jae no sabía era que él también iba más caliente que una carretera en pleno verano y al sol.

Hyuk Jae estaba a punto de terminar cuando Hee Chul abrió la puerta de golpe. Ahogó un gemido cuando le vio. No le dio tiempo para levantarse y saltar en sus brazos puesto que él cerró la puerta con el pie corrió hasta él lo más rápido que pudo mientras se arrancaba el traje negro y la corbata roja que llevaba puesto.

Sus intenciones eran otras, pero la desesperación pudo con él y en vez de ponerle sobre la pared, lo hizo contra el sofá. Nada más quitarle el dildo que llevaba entró contra la fuerza que pudo y más. Al sentir aquello, Hyuk Jae se aferró con fuerza a sus caderas y clavó las uñas en su espalda gritando su nombre. Con solo dos embestidas llegó a su clímax.

—No... No tengas esto en cuenta... Yo he... He estado jugando antes... No me podía aguantar a esperarte... —jadeó con fuerza mientras le miraba entrecerrando los ojos por el placer y temblando.

—No pasa nada —negó él mientras le lamía los labios despacio e iba embistiendo con más fuerza y más profundidad—. Yo he estado aguantándome durante catorces jodidas horas de vuelo... Encima antes de poner el modo avión... Había visto que me habías mandado más audios... He tenido que contenerme y comportarme delante de mis compañeros de trabajo

Su orgasmo llegó mucho antes de lo que ambos esperaban. Sin embargo, eso no les impidió seguir. Después de tanto tiempo las ganas que tenían de estar juntos eran mucho más grandes como para parar en aquel momento.

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