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Llovía demasiado al otro lado de la ventana. En Seúl había  9 grados y una triste tarde de domingo se avecinaba. Hyuk Jae se acercó más al calefactor y me acurrucó bajo la manta, otro día más. En su mente empezaron a transcurrir todas las imágenes del fin de semana, las cenas con amigos, las copas, las risas, los mensajes hasta que él apareció.

Un escalofrío recorrió su columna vertebral de golpe y un maravilloso hormigueo se anidó en su bajo vientre. Recordó la última vez que se vieron, su sabor, su lengua en sus labios, sus sabios dedos recorriendo su cuerpo, los mordiscos de él en sus pezones. Poco a poco la temperatura subía, su cuerpo anhelaba contacto, apagar este fuego que se había generado con su recuerdo. No sabía si las hormonas o fueron uno de sus impulsos lo que le hicieron coger el teléfono y escribirle.

Los minutos empezaron a hacerse demasado largos para la espera, pensó que ya no quería volver a tener ningún encuentro más, que solo había sido un desliz que ocurrió hace demasiado hasta que el teléfono se iluminó con únicamente dos palabras, que hicieron de su cuerpo un manojo de deseo, "Voy ya mismo".

Tras dos cigarros y un chupito de tequila para calmar los nervios, el telefonillo sonó. Hyuk Jae se abalanzó sobre la puerta y le abrió con su mejor sonrisa de encías y su correspondiente temblor de piernas. Estaba empapado, todo su pelo estaba apelmazado y le caían mechones marrones sobre los ojos, la sudadera se le pegaba a la piel y dejaba a relucir su cuerpo bajo ella. Hyuk Jae se mordió él labio inferio nada más verle. Jamás antes había tenido tantas ganas de besarle.

Hee Chul cerró la puerta de una patada a los pocos segundos de verle. Se revolvió el pelo, las gotas de agua caían por su frente, le agarró de la cintura y le besó con fiereza. El cuerpo de Hyuk Jae respondió al momento y se pegué a él, notando como la poca ropa de estar en casa que llevaba, se empapaba.

Cuando se separaron del beso, Hyuk Jae, jadeando sin parar, se mordía los labios mientras que, con las manos, se iba quitando la camiseta poco a poco. Cuando alzó de nuevo la mirada le vio con la mirada llena de deseo, todo su cuerpo necesitaba su contacto y él lo sabía. Hee Chul empezó a quitarse la ropa mojada, quedándose solo en boxers. De un solo movimiento, le bajó los pantalones y los calzoncillos. En menos de dos minutos se quedó totalmente expuesto y demasiado cachondo.

Se acercó vorazmente, le agarró del culo y le sentó sobre la mesa. Empezó a recorrer con su lengua su mentón, bajó por el cuello, le mordió el lóbulo de la oreja, sonrió sobre su clavícula, se detuvo en el pezón y lo mordió con suavidad, haciendo círculos con la lengua, siguió bajando por el ombligo. Cuando llegó a su miembro, se detuvo y le miró, Hyuk Jae ya no podía más, necesitaba que le tocara y así lo hizo. Le abrió las piernas de par en par y empezó a morderle los muslos acercándose cada vez más, le acarició la ingle con la lengua, deslizándose hasta su punta y fue cuando un pequeño gemido brotó en su garganta. Sus caderas empezaron a moverse a su compás mientras Hee Chul no daba tregua con su lengua, recorriendo ávidamente cada centímetro. Una vorágine de sensaciones empezaron a recorrer todo su cuerpo y con un gemido triunfal, terminó.

Ahora era su turno.

Llevaba esperando este momento demasiado tiempo. Hyuk Jae se levantó como pudp de la mesa, con las piernas aún temblando y le besó. Sabía a salado, sabía a él. Mordió sus labios, su cuello, le susurró sensualmente contra su oído mientras que sus manos acariciaban su pecho y bajaron hacia su miembro que estaba esperándole desde hacía tiempo. Deslizó sus boxers y liberó su imponente y duro pene. Siguió acariciándole mientras bajaba con su lengua por su vientre. Necesitaba follarle con la boca. Le miró al mismo tiempo que le lamía su glande lentamente. Vi como suspiraba entre dientes y le miraba fijamente, mientras recorría su pene con la lengua. Le lamía, chupaba, absorbía como sabía que le gustaba.

Cuando sus piernas empezaron a temblar y supe que estaba llegando al clímax, le separó la cabeza y le puso en pie. Hee Chul le cargó en brazos y le apoyó contra la primera pared que pilló. Hyuk Jae rodeó su cadera con fuerza jadeando sin parar.

—Te necesito aquí y ahora... —susurró en su oído. Le necesitaba dentro ya así que se lo hizo saber.

Hyuk Jae empezó a frotarse rápidamente contra su miembro al mismo tiempo que gemía su nombre desesperado. Hee Chul le acomodó mejor contra la pared y se frotó con fuerza. No tardó mucho más tiempo en introducirse en él y empezar a moverse rápido, fuerte y duro, de la manera en la que los dos querían.

La sala comenzó a llenarse de sonidos obscenos que fueron incrementando a medida que Hee Chul se movía más frenético. Todo su cuerpo se convulsionó por el inmenso placer y llegaron los dos juntos al orgasmo.

Le despegó de la pared para llevarle y tumbarle en el amplio sofá. Sus respiraciones eran erráticas y sus cuerpos seguían temblando con fuerza y llenos de sudor.

En Seúl seguía lloviendo, pero su cuerpo ya no se sentía tan solo con Hee Chul abrazado a su espalda.

ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora