—Sabes que eres mío, ¿verdad que sí? —preguntó Hyuk Jae mientras cruzaba una pierna a lo largo de su cuerpo, ubicándola en el colchón de la cama.
—Sí, lo sé perfectamente —asintió lentamente Hee Chul mientras observaba su pierna con una sonrisa de lado.
Como si no le creyese, Hyuk Jae se detuvo delante de él mirándole con los ojos entrecerrados. Con un pronunciado puchero se sentó en su regazo y con cuidado le empujó hacia atrás, colocándose a horcajadas sobre él.
—¿Pasa algo, cariño? —preguntó Hee Chul mientras posaba las manos a cada lado de su cintura.
—Eres mío y solamente mío... —susurró empezando a repartir besos por su mentón y cuello, llegando hacia su clavícula.
—¿Hay algo que necesites...? —insistió Hee Chul, acariciando los mechones del pelo de Hyuk Jae que solo negaba lentamente, repartiendo mordiscos y lametones suaves—. Dímelo, quiero que me lo digas -pidió de nuevo metiendo las manos dentro de su camiseta provocándole suspiros.
—Soy completamente tuyo, hyung... —murmuró alejándose un poco para quedarse sentado sobre su regazo.
—Bien... Eso era lo que quería oír... —respondió Hee Chul mientras empezaba a mover la cadera lentamente sobre su dura erección.
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