Capítulo V. La celosia y el servicio inesperados

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Ya en el comedor, Gina estuvo más calmada, pero sin dejar de estar sonrojada por las imaginativas escenas que podría tener con Ángela en su casa, en su habitación, a solas, se sentía una pervertida y una masoquista a partes iguales. Sarah la miraba sentada frente suyo con el ceño fruncido y un toque de ironía. Su amiga estaba locamente enamorada de Ángela.

—Así que... Ángela te ha pedido que la ayudes a ponerse al día con los estudios por su falta, y que además... has aceptado ir a su casa privada, que está justo al lado de la academia por razones que no te ha dicho. ¿Me he dejado algo?

—Ehh... no. Es más, lo has resumido muy bien —halagó Gina antes de pegar un bocado de su comida—. ¿No es maravilloso?

—Sí, magnifico. —coincidió Sarah, aunque no del todo animada. Gina la miró extrañada.

—¿Te pasa algo?

—No, nada —negó ella evitando hablar del tema. Gina no dijo nada, pero le insistió con la mirada—, Bueno... si.

—Lo sabía. Cuéntame, venga. —animó la rubia.

—Pues... que me entristece un poco que no quieras estar con Ángela en la habitación conmigo, eso es todo. —confesó ella.

—¿Eh? ¿Eso te entristece? —preguntó Gina extrañada—. ¿Es que... acaso tu...?

—¡Claro que no! Me gustan los chicos desde siempre —dejo claro ella al momento—. Lo que pasa es que eso de que vayas a su casa, a solas, así de repente pues... No me gusta nada.

—¿Porqué?

—Hay algo... que me huele mal. Tengo un mal presentimiento —dijo Sarah inquieta—. ¿No te parece raro que te pase todo esto?

—¿Eh?

—De la noche a la mañana, Ángela te pide que seas su amiga, luego, sus seguidoras intentan humillarte para ser oportunamente salvada por ella, lo siguiente es que esas dos se muestran extrañas y casi nunca aparecen en público tras recibir el castigo, sea cual sea, por que no se conoce dicho castigo. Y Ángela, durante una semana entera se ausente y cuando vuelve te pide que la ayudes con el repaso, pero en privado. En su casa; en una casa hasta ahora desconocida para todos —Gina la escuchó boquiabierta de toda esa deducción—. No sé tú, pero esto me huele muy mal.

—Ya... claro —dijo Gina sonando diferente. Sarah vio su cara de enfado—. ¿Sabes lo que pasa? ¡Que estás celosa!

—¡¿Celosa yo?! ¿De quién? ¿De ti? —preguntó Sarah ofendida—. ¡Te acabo de decir que...!

—¡Estás celosa de Ángela! —interrumpió Gina enfadada. Algunos se giraron a mirarla al oírla gritar—. ¡Te molesta que quiera ser mi amiga y que estaré más tiempo con ella que contigo! ¡Estás celosa de ella por qué yo...!

Gina no quiso decir lo último delante de tanta gente mirando en ese momento, pero Sarah la entendió perfectamente..., Sin decirse nada más, la de pelo castaño cogió su bandeja de comida y se marchó con paso rápido dejando allí tirada a Gina. La rubia se sintió mal por haberle hablado así a su mejor amiga. Sabía que en el fondo Sarah tenía razón, pero ella en verdad amaba a Ángela. Y no quería desaprovechar la ocasión que se le había ofrecido tan rápido.

—Lo siento Sarah... —se disculpó ella con los puños en la frente, teniendo ganas de llorar.

* * *

Las clases terminaron al final del día y Gina se fue corriendo a su habitación para recoger los libros que necesitaría llevarse para hacer repaso con Ángela. Durante las últimas clases Gina apenas habló con Sarah y esta la estaba evitando un poco... Estaba enfadada, era normal; Ahora, en la habitación tampoco estarían mejor, así que Gina para evitar otra posible discusión se apresuró a marcharse.

Academía Carmesí (Carmesí I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora