Academía Carmesí (Carmesí I)

Capítulo XLII. Una despedida agridulce

Días después...

Para algunos fue largo, para otros corto; pero finalmente terminaba el primer trimestre, y con ello también las actividades extraescolares, y darían comienzo las vacaciones de navidad.

Al acabar la semana la mayoría de los estudiantes y profesores tanto humanos como vampiros abandonarían la academia para irse con sus familias y amigos y disfrutar de las festividades de sus tierras.

Por desgracia, algunos no podrían disfrutar de dichos planes por diversas razones: por no tener familia, por no tener buena relación con dichos familiares o porque simplemente no querían ver a algún familiar en concreto.

Ese era el caso de Gina Lara, quien era una de los pocos que se quedarían en la academia.

La hermosa chica de pelo rubio dorado y llamativo ojos color zafiro de primer curso ya había hecho todos los exámenes que tenía pendiente para pasar el trimestre y ahora debía esperar los resultado, los cuales tardarían lo suyo, pero ella estaba sumamente tranquila, Gina estaba segura de que los aprobaría sin ninguna dificultad. Nunca tuvo problemas para aprobar y está vez había tenido la ayuda de Ángela por si lo necesitaba.

Desde que tuvo su primera vez con Ángela hacía una semana, Gina se sentía diferente, se sentía otra persona, mejor persona... En cambio, a Ángela se la veía como siempre, pero Gina podía verla sonreír, más cuando estaban juntas en la academia, aunque también la veía algo preocupada y no quiso decirle nada. Gina agradecía que Ángela ya no le leyera la mente por respeto y privacidad y es que no quería preocuparla más con sus inquietudes.

Al día siguiente la mayoría de estudiantes y profesores se marcharían de vacaciones a casa, por ello, todos aprovecharían las últimas horas que quedaban para pasarla con los amigos de la academia que no verían hasta la vuelta. La cena de esa última noche sería especial, con comida que les encantan a todos, o a casi todos; patatas fritas, bistecs, hamburguesas, etc.

Gina compartió mesa con sus dos mejores amigos en el comedor del centro; Edu y Sebas. Gina buscó con la mirada a Sarah, pero esta no se encontraba allí. Desde que Karmila la secuestró delante de Sarah no la había vuelto a ver, ni tampoco fue a verla a la mansión mientras estuvo convaleciente por sus heridas. Gina preocupada le preguntó a Ángela, ella no dudó en contarle la verdad:

«Lo siento mucho, Gina. Tuve que darle un castigo por atreverse a unirse con Karmila para hacerme daño. Se la di a James para que sustituyera a Michelle y Anastasia. Ahora que él está aislado ella ya no está bajo su mando, por lo que ahora es libre de ir a donde quiera. Desconozco dónde está ahora y sinceramente tampoco la quiero cerca tuyo, pero respetaré tu deseo de verla».

Cuando supo de todo aquello, Gina no dudó en ir a buscarla, preguntó a la gente si la habían visto... Finalmente la encontró en su dormitorio. Al verla no la reconoció, ya no era la misma. Lo ocurrido con Karmila y seguramente lo vivido en manos de James no debió de ser fácil para ella, eso la afectó emocional y mentalmente. Ya no hablaba con nadie, solo con los profesores si le preguntaban algo en clase.

La Sarah alegre y risueña que Gina conocía había desaparecido por completo y le dolía a Gina que así fuese.

―¿Gina? ―esta alzó la cabeza al escuchar a Edu, quién la miraba preocupado―. ¿Estás bien?

―Sí, claro ―aseguró ella disimulando una sonrisa.

―No es cierto ―dijo Sebas nada convencido―. Es por Sarah, ¿verdad? ―Gina al oírle no pudo contradecirlo y bajó la mirada apenada―. Te entiendo... También me afecta verla así. Me pregunto qué le habrá pasado.

―¿Tú no sabes nada, Gina? ―preguntó Edu.

A Gina no le gustaba nada mentir a sus amigos, pero con tal de protegerlos de los males que había en esa academia y en el mundo, era mejor no decirles nada de los vampiros. Para no decirles una mentira total decidió contarle una parte que si podía contarles.