Capítulo XXX. El hermano y prometido de la Reina

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La rubia se detuvo dando un brinco con la mano a punto de tocar el picaporte de la puerta. Quedó petrificada al oír esa voz y la forma de hablar que daba escalofríos. Tragando saliva se volvió lentamente y apoyado en la pared del fondo, en las sombras, vio a alguien... a un chico más o menos de su edad, pelo moreno y de intensos y fieros ojos azules.

Por la descripción supo que era pariente de Ángela y un vampiro, de los que ella catalogaba como Superiores, aquellos que tomaban aquello que les interesaba sin pedir permiso de nadie, arrogantes y orgullosos. No era Dorian, eso estaba claro.

―¿Qué pasa? ―preguntó el joven vampiro que tenía la camisa negra medio abierta. Se iba acercando paso a paso―. ¿Qué, tienes miedo de mí?

―Eh... no ―respondió ella con la espalda pegada a la puerta, mirándolo a la cara mostrando valentía y desafío―. Es solo que...

―¿Qué? ―él estuvo delante de ella, apoyando la mano en la puerta junto a su cara―. ¿Tienes algo que decirme, preciosa?

―He... no, nada ―aseguró ella intimidada por ese vampiro. Se temía las intenciones de este―. Con permiso, yo me...

Gina dio la vuelta y abrió la puerta, pero esta se cerró de un portazo debido a otra mano.

―De eso nada. Apenas me he presentado. Soy James Martínez, el hermano menor de tu ama Ángela.

«¡¿Mi ama Ángela?!» Gina quedó de piedra al oír eso, sorprendida pero molesta también. Que un tipo como él ya insinuará que era la esclava o amante de su hermana como si nada le diera asco, Gina no pensaba dejarlo así.

―¡O-Oye...!

―Déjala ir, James.

Ambos se sorprendieron y miraron hacia las escaleras que conducía al segundo piso.

Por ella bajaba el hermano que Gina ya conocía, Dorian. Este también vestía de negro como su hermano menor, pero lucía mucho más respetable y elegante que él.

Al verle, James se apartó de Gina, algo intimidado por la presencia inesperada e inoportuna de su hermano mayor. Gina pudo ver que James estaba fastidiado por su presencia, ya que le arruinó la diversión. Por ello estaba agradecida por la oportuna, o tal vez no tan oportuna aparición de Dorian.

Al verlo acercarse ella no pudo evitar recordar aquella dolorosa imagen, su amada Ángela en brazos de ese vampiro intimando a placer en su habitación horas después de que le confesara sus sentimientos, aun sabiendo de antemano que Ángela también amaba a su hermano como amaría a otro hombre, le afectó mucho que estuviera con él, y más cuando este la vio espiándolos.

―Creo que ya sabes lo que te puede pasar si te sobrepasas con esta señorita ―dijo Dorian al terminar de bajar por el elegante y majestuoso escalón central―. Tengo entendido que Ángela ya te riñó una vez.

―Sí, sí... lo recuerdo. Deja de fastidiarme ―se quejó James rascándose la nuca―. Solo era una broma.

―Una que pudo salirte muy cara si no llegaba a aparecer ―dijo Dorian mostrándose serio y frío. James se puso más pálido que antes y se retiró resignado y cuando se hubo marchado, Dorian suspiró agotado―. Nunca cambiará.

―He, esto... ―dijo Gina nerviosa, este la miró―. Gracias por ayudarme.

―No hay de qué. A este hermano que tengo hay que estar alerta, si no vete a saber qué hace ―dijo él. Entonces miró a Gina y se dio cuenta de que no se había presentado―. Es la primera vez que nos vemos cara a cara, soy Dorian Martínez... hermano mayor de Ángela y también, su prometido.

«¡¿Su prometido?! ¡¿El hermano mayor de Ángela es también su prometido?!, ¡¿su futuro marido?!» Gina no pudo evitar sorprenderse abiertamente, con los ojos llenos de sorpresa agigantados y la boca abierta y embobada.

Dorian se rio vacilante y divertido por esa reacción. Cada vez estaba más confundida con ese mundo de vampiros, pero también se informaba de cosas interesantes. Con esa información entendía mejor por qué Ángela amaba también a Dorian y por qué los vio acostarse juntos siendo hermanos de sangre.

―Por tu expresión diría que sabes muchas cosas de nosotros ―comentó él sarcástico. Gina se estremeció un poco―. Me sorprendió mucho saber que Ángela te confesó su verdadera naturaleza... eso es muy poco habitual en ella.

―¿Le molesta acaso? ―preguntó Gina desviando la mirada.

―En lo absoluto. Todo lo contrario ―Gina le miró con el ceño fruncido―. Que te haya confesado tal secreto es clara evidencia de que eres importante para ella ―Gina se ruborizó ante ese cumplido inesperado―. Ahora dime, ¿Qué sientes tú por mi hermana?

―¿Cómo dices?

―¿Estás enamorada de ella, o no? ―preguntó él sin tapujos―. Dime.

―Eso... ¡Eso no es asunto suyo!

De repente oye como la palma de una mano se planta contra la puerta que tiene a su espalda y ve su brazo venoso a la altura de sus ojos. ―Claro que lo es... ella es mi hermana y prometida. Así que, si estás enamorada de ella me concierne, y mucho.

Gina miró a Dorian a los ojos y pudo ver que hablaba en serio. No la dejaría ir hasta recibir una respuesta clara. Gina se sentía impotente ante ese vampiro. Ahora no era por Ángela, sino, por su propio orgullo. Tener que decirle los sentimientos que tiene por otra persona era incómodo e irrespetuoso por muy hermano y prometido que fuera, él no tenía ningún derecho a saber nada.

―No sé lo que siento ahora mismo ―respondió ella cabizbaja―. En verdad amaba a Ángela, pero eso era antes de saber que me estaba poniendo a prueba con sus trucos. Antes de saber que era una vampira y saber que ella también estaba enamorada de ti.

―¿Y eso que importa?

―¡Me importa a mí! ―exclamó ella en voz alta, enojada. Él se calló―. En mi corazón aún amo a Ángela, pero todo esto es demasiado para mí. No puedo... corresponderle ahora, todavía no, necesito tiempo para procesarlo todo y decidir qué hacer.

Al oírla Dorian se ríe con ironía. ―Como era de esperar de una humana. Los humanos siempre estáis dispuestos a complicaros la vida con reglas absurdas.

―Normal que no lo puedas entender, no eres humano.

―Cierto... ―dijo él antes de apartar su mano de la puerta―. Muy bien, de acuerdo. Vete. Haz lo que tengas que hacer.

Gina lo miró confundida por ese cambio de actitud.

―Mi hermana te dio tres semanas para decidir ¿no es así? Muy bien. Usa bien esas tres semanas para pensar con calma lo que tengas que hacer. Una vez decidas, no habrá vuelta atrás.

―Eso lo tengo más que claro. Gracias.

―Bien, entonces te propondré algo que te interesará mucho.

―¿El qué? ―preguntó ella con el ceño fruncido.

Dorian se rio en bajo antes de inclinarse hacia delante para tenerla cara a cara.

―¿Te gustaría sentir lo que siente Ángela cuando está intimando conmigo?

Academía Carmesí (Carmesí I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora