Ángela estaba asombrada, con la boca abierta mirándola de arriba abajo sin acabar de creerlo. Al mirar su rostro pudo ver que tenía las mejillas rojas de la vergüenza que sentía, pero en ningún momento se cubrió con los brazos, los cuales estaban estirados a los lados de su cuerpo.
A pesar de que le encantaba verla así, que incluso le excitaba esa imagen tan sexual y provocativa de su amada, no entendía que estuviera vestida así, y aún menos delante de Dorian. Al pensar en él lo miró detrás suyo, y vio que él pasaba por delante suyo y caminó hasta sentarse en una de las dos butacas que había allí. Se sentó relajado y calmado, como si nada pasará.
Ángela no podía confiar en él ahora, no con Gina vestida de esa forma, así que olisquea. No olía en ella que hubiera bebido alcohol o alguna droga afrodisíaca, estaba limpia. Al mirar alrededor bien que en la mesita junto a las butacas había preparado una botella de champán rosado en una cubitera llena de hielo, y también un plato lleno de fresas con un recipiente lleno de chocolate.
Ella miró confundida a Dorian, él la miraba sonriendo encantado. Luego miró a Gina de nuevo, la miraba ruborizada pero también levemente excitada y esperanzada.
No entendía nada de nada. Miró de nuevo a su hermano algo alterada y enojada con él.
―¿Qué significa todo esto?
―Es exactamente lo que es, Ángela ―dijo Gina en lugar de Dorian.
―No me lo creo ―dijo Ángela incapaz de creerla vestida así―. Tu no eres así. ¿Qué te ha dicho él que hagas? ¿Te ha amenazado?
Al escuchar eso Dorian no se sintió ofendido ni enfadado. En lugar de eso abrió el champán y se sirvió una copa para degustar. Al probarlo estuvo satisfecho.
―Me entristece que pienses así de mí, hermana. De verdad.
―Te tenía por alguien más noble y honrado que James, pero veo que me equivocaba ―dijo Ángela, visiblemente decepcionada―. ¿Cómo has podido hacerle esto a ella? Sabes por lo que yo pase tras lo de Karmila, y aún así...
―Te equivocas, Ángela ―intervino Gina, colocándose entre los dos hermanos. La miró directamente a los ojos, sin dudas o miedos―. Esto lo he decidido yo. Por ti.
―¿Por mí? ¿Y cómo quieres que crea eso? ―preguntó ella aún desconfiada. Miró a su hermano―. Algo me dice que tu lo has planeado todo para que ella acepté lo que tú digas.
―Reconozco que quise hacerlo de esa forma, es cierto ―admitió él, sorprendiendo a ambas―. Pero entonces pensé que eso no nos ayudaría a ninguno de los tres, especialmente a ti. ―él se puso en pie y colocó ambas manos sobre los hombros de Gina―. Esto es por ti. Para que estemos todos juntos. Sin prejuicios. Sin celos. Ella ―señaló a Gina con la barbilla― dio el paso para estar aquí vestida así para ti, y para que acepte tener relaciones sexuales conmigo.
―¿Esperas que me crea algo de lo que me dices? ¿Después de insistir en que me alejará de ella al ver que me apartaba de ti?
―Tanto Gina como yo entendimos por separado que tu estarías destrozada por la marcha de madre e intentamos convencerla para que se quedará ―Gina lo confirmó asintiendo con la cabeza―. Pero fracasamos. Entonces yo volví a preguntarle por la propuesta que le dice hace tiempo.
―¿Una propuesta? ―preguntó Ángela al oírle, visiblemente enojada. Los miró a ambos―. ¿Qué tipo de propuesta?
―Dorian ―respondió Gina, algo avergonzada, pero decidida a mostrarse segura de lo que había decidido― me propuso tener relaciones sexuales con él al mismo tiempo que contigo ―ambos vieron el asombro total de Ángela―. Yo me negué totalmente avergonzada de semejante propuesta al principio, pensando que él se burlaba de mí y de mis sentimientos por ti.
―Y entonces así era ―confesó Dorian, sintiéndose culpable por su actitud.
―Pero más adelante lo pensé y... si eso a ti te hacía feliz, estaba dispuesta a aceptarlo. A intentarlo al menos.
La vampira no daba crédito a lo que estaba oyendo. Nunca imaginó que su hermano llegará tan lejos con tal de tenerla como su esposa, como en un principio se acordó. Estaba convencida de que Gina estaba siendo manipulada. Y quiso asegurarse.
Pero al mirar a la rubia a los ojos, vio que no era así. Ella hablaba libremente. Sin controles ni nada parecido. Después miró a Dorian y vio que él en verdad hablaba en serio pero no tenía intención de obligar a Gina a nada que ella no quisiera.
No entendía cómo habían llegado los dos a ese acuerdo mutuo a sus espaldas.
―¿Cómo habéis llegado a esto?
―Lo hemos hecho por ti, Ángela ―aseguró Gina, cogiendo su rostro con ambas manos―. Para que nos tengas a los dos sin barreras. Él es tu prometido y no quiero que renuncies a él por mi.
―Y yo he llegado a entender de que no puedo hacerte elegir entre ella y yo. Ya no puedo.
Ángela no sabía qué pensar; aquello era demasiado bueno para ser verdad. En el fondo, había deseado estar con ambos a la vez, pero se sentía demasiado egoísta para admitirlo en voz alta. Por ello le resultaba más fácil pensar mal de Dorian al tener una posición más elevada de poder que Gina. No quería creerle capaz de hacer algo así, pero le había resultado más fácil que aquello.
Mientras estaba ensimismada en sus pensamientos, Gina dejó de sujetarla del rostro para rodearla hasta quedar detrás suyo y apoyarse en su hombro mientras Dorian se colocaba ante ella, le rodeaba la cintura con ambas manos y se inclinaba para besarla en los labios, pillándola desprevenida.
Ángela notó como Dorian se abría paso entre sus labios con la lengua, excitándola con ella dentro de su boca como solo él sabía hacer. Al principio quiso apartarse pero poco a poco se fue relajando y dejándose llevar, confiando de nuevo en él. Tras un rato él se dejó de besarla.
―Estaba harto de estar siempre enojado conmigo mismo por ser tan egoísta... ―confesó él con su frente apoyada en la de ella, sorprendiéndola―. Quería que volviéramos a ser como antes. Pero eso ya no es posible. Nada volverá a ser como antes. Ahora lo sé.
―Dorian...
―Quiero que seas feliz, sea como sea. Ya has sufrido demasiado.
―Ángela por favor, cree a Dorian ―dijo Gina detrás suyo―. Yo... reconozco que sentía mucha vergüenza al pensar en tener sexo con él, pero estoy dispuesta a hacerlo si tú eres feliz así.
Ángela se volvió para mirarla a la cara, aguantando las ganas que tenía de llorar.
―¿Estás segura de querer hacer esto? No quiero que te sientas obligada a hacerlo por mí.
Gina se admitió a sí misma que estaba asustada; dudaba de que pudiera hacerlo realmente, pero estaba dispuesta a intentarlo, no solo por Ángela, sino también por ella. Para superar sus temores del pasado. Empezar de nuevo con la persona que amaba, eso era lo que quería.
―Sí ―afirmó ella mirándola a los ojos―. Puedo hacerlo. No me resulta desagradable. Solo me da un poco de vergüenza. ―bajo la cabeza―. Nunca he estado con un chico antes.
―No te arrepentirás ―aseguró Dorian―. Estás en las mejores manos; las nuestras.
Ángela no podía creerlo. La chica que amaba no dejaba de sorprenderla, pero no por ello dejaba de amarla. Todo lo contrario. Se sentía feliz de tenerlos a los dos en ese momento que su madre iba a una muerte segura contra su peor enemiga. Los necesitaba a ambos más que nunca.
Dorian y Gina vieron que Ángela empezó a llorar de repente. Se acercaron preocupados.
―Gracias. A los dos ―dijo ella, derrumbada y aliviada por igual―. Os necesito a ambos.
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Academía Carmesí (Carmesí I)
VampireLibro 1 de la trilogía Carmesí. La Academia Carmesí es un centro donde solo son admitidos los estudiantes más inteligentes y atractivos de sus respectivos países. Lo que algunos no saben es que coinciden con vampiros que desean la coexistencia entre...