La noche enseguida se hizo presente y con ella un frío muy intenso. En la mansión de Ángela se estaba caliente, no se sentía el frío de fuera, solo se sabía de el por el vaho de las ventanas.
En esos momentos, Gina estaba en su cama tranquila, sentada con la espalda contra la almohada y un libro en mano. Si Ángela había conseguido el permiso para poder hacer los exámenes para esa misma semana, ella debía ponerse las pilas para aprobar como fuera ese trimestre. Era lista, pero esas semanas no estudio nada y se sentía algo floja de temario.
―Veo que no eres de estar quieta y descansando.
Gina se sobresaltó al escuchar esa voz de repente y al volver la mirada hacia la puerta, vio que James estaba apoyado en el umbral con los brazos cruzados y no del todo contento. Él se mostraba molesto y un par de sus dedos tamborileaban sobre su bíceps.
Gina entendió que estaba muy molesto por algo, pero disimuló calma y serenidad a pesar del aspecto amenazador que él mostraba hacia ella. James entró con paso seguro y sin dejar esa chulería que ella ya había visto otras veces, sin duda, ya empezaba a conocerle.
―Buenas noches, lady Gina ―saludó él con evidente burla y deteniéndose a menos de un metro de ella―. Siento aparecer así.
―Buenas noches ―saludó ella, internamente precavida pero exteriormente tranquila. No le pasó inadvertida la forma en que él le habló. Dejó sus cosas a un lado de la cama para prestarle atención―. ¿A qué debo tu visita?
―Oh, nada importante ―respondió él sin darle mucha importancia―. Solo quería hacerte una pregunta personal.
Gina lo miró con el ceño fruncido y dijo:
―¿Una pregunta?, ¿cuál?
―¿Qué eres tú para mi hermana? ―preguntó James mirándola a los ojos con puro rencor. Gina se quedó petrificada, tanto por la pregunta como por esa mirada―. ¿Su comida?, ¿su puta?, ¿su amante?, ¿qué eres en realidad...? no acabo de tenerlo claro.
Gina no sabía que responder, ni tampoco se atrevía por como actuaba ese vampiro tan lleno de rabia y rencor. No entendía por qué James le preguntaba todo eso y de esa forma. Ella daba por hecho que la familia de Ángela ya entendía que era importante para su hermana y de forma inversa para ella también lo era.
Algo le decía que a James le había pasado algo grave y tal vez por ello proyectaba su rabia contra ella. O... tal vez ella tuviera algo que ver y no lo supiera aún.
―¿Y bien? ―preguntó James con impaciencia al no recibir respuesta―. Contesta.
Gina no pensaba dejarse pisotear más. Ya estaba harta de ello; primero fueron las fanáticas de Ángela y sus acosos extremos, luego Karmila y su obsesión y ahora James sin motivo aparente.
―No sé qué te pasa, James, pero no creo que tengas que pagarlo conmigo ―respondió ella dejando claro su malestar―. Yo estoy feliz a su lado y ella ha dejado claro que siente lo mismo conmigo. Y respondiendo a tu pregunta: no soy su comida, ni tampoco su puta.
A James le sorprendió ese arrojo que antes ella no tenía. Tal vez el estar junto a Ángela y lo que le pasó con Karmila le había dado valor para enfrentar al peligro. Aunque a él no le importara.
―¿Eres su amante, entonces? ―preguntó él. Ella no respondió, ni tampoco apartó la mirada desafiante que le mostraba―, porque si es así, deberías entregarle tu cuerpo y tu sangre sin dudar.
Aquello último pilló por sorpresa a Gina.
―¿Mi cuerpo y... mi sangre? ―ella se sintió extrañada e inquieta a la vez―. ¿Qué quieres decir?
James vio que ya la tenía donde él quería. Sonrió satisfecho, pero disimulando ante ella.
―Es obvio, ¿no te parece? Estás bajo la protección de la mismísima Reina Carmesí, la futura reina de los vampiros. Ella te ha salvado muchas veces sin recibir nada a por tu parte... Deberías ser más agradecida y darle lo que ella quiere de ti ¿no crees?
Gina reflexionó sobre aquello que dijo él, y en verdad estaba en lo cierto. Ángela la había salvado de muchas situaciones difíciles sin recibir nada de ella. Ángela nunca le pidió nada, pero eso no significaba que no tuviera que agradecérselo de alguna forma.
«Pero, ¿mi sangre?» pensaba la pobre Gina confundida.
Mientras ella cavilaba en su mente y sintiéndose ensimismada, James se sentó a su lado y no dudó en apartar su melena dorada para ver mejor su cuello, sus deliciosas venas debajo la piel y pasar la yema de los dedos por ellas, siguiendo el camino de dichas venas, al sentirlo, Gina no pudo evitar estremecerse.
―Muy pronto, tu cuello... será rozado por los tiernos labios de Ángela, seguidos de sus afilados, pero excitantes colmillos que se clavarán lentamente en tu cuello ―susurró él junto a su oído, seductor nato―. Sentirás como ella beberá tu dulce sangre deseando que la beba toda para sentir más y más placer; el mayor éxtasis que sentirás jamás en tu corta existencia. Es mucho mejor que el propio sexo, te lo aseguro ―él pudo ver que Gina se ruborizaba con la mirada perdida. Ella no podía evitar imaginar ese momento tan íntimo―. ¿Puedes verlo en tu mente?, ¿sentirlo en tu piel aún sin que haya pasado...?, ¿deseas que ocurra? "Ángela, por favor, bebe toda mi sangre" dirás.
Mientras él hablaba fue pasando la mano del cuello de ella hasta el pecho, por debajo de la ropa hasta llegar a uno de los senos. En ese instante ella reaccionó y lo miró enfurecida mientras apartaba esa mano de un manotazo.
―¡De... Déjate de tonterías! ―gruñó ella, alejándose de él―. ¿Cómo has podido...?
Antes de que ella pudiera terminar de hablar, él se había vuelto a acercar a ella en un suspiro. Ahora la tenía arrinconada contra la parte junto a las ventanas, sujetándola firmemente de la barbilla, obligándola a mirarlo a la cara mientras rodeaba su cintura con el otro brazo. Ella ahora lo miró asustada, temiendo haberlo hecho enfadar sin remedio.
―¿Qué pasa?, ¿te da vergüenza a estas alturas...?, ¿después de lo que Ángela te hizo la primera vez que viniste aquí?, ¿después de pasar un rato sexual con Karmila? ―preguntó él molesto inclinando su cabeza a un lado, exhibiendo su yugular―. Bueno, no importa. Me aseguraré de que dejes de sentir vergüenza.
Gina vio con espanto como él se inclinaba sobre su garganta para empezar a chuparlos con ansia mientras pegaba su cuerpo contra el suyo, dejando claro que estaba excitado ahí abajo. Intentó apártalo, pero él no la dejó, siguió chupando su cuello pero sin morderla aún, pero Gina temía que no tardaría en hacerlo. Estaba fuera de control.
―¡James, para! ―exclamó ella forcejeando en todo momento, reviviendo lo que sufrió con Karmila―. ¡¡Para ya por favor!!
Gina entre tanto forcejeo logró liberar una de sus manos, estaba dispuesta a darle una fuerte bofetada con ella, pero en ese mismo instante pasaron varias cosas a la vez... La primera; su mano fue detenida al vuelo sujeta por la muñeca por alguien que no era James, la segunda, James dejó de estar pegado a ella hasta que se sintió de repente libre de su cercanía y sus atenciones lascivas; por último, James de repente estaba fuera de la habitación, empotrado contra la pared del pasillo tras atravesar las puertas de la habitación y destrozarlas. Había sido lanzado con una fuerza colosal. Todo aquello fue obra de la persona que en ese momento estaba al lado de Gina, sujetando su mano en alto con suavidad, mirándola.
―Tranquila, Gina ―dijo Ángela―. Estoy aquí.
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Academía Carmesí (Carmesí I)
VampirosLibro 1 de la trilogía Carmesí. La Academia Carmesí es un centro donde solo son admitidos los estudiantes más inteligentes y atractivos de sus respectivos países. Lo que algunos no saben es que coinciden con vampiros que desean la coexistencia entre...